Un caminar inmemorial. La peregrinación de Culhuacán a Chalma

• Se trata de una tradición emblemática de la historia y del vasto patrimonio inmaterial de este pueblo que, en agosto de cada año, convoca a gran cantidad de peregrinos

La peregrinación al santuario del Señor de Chalma, en el estado de México, es una de las tradiciones más ricas e importantes del patrimonio intangible del pueblo de Culhuacán, en la Ciudad de México, por la diversidad de expresiones culturales que le acompañan y la cantidad de personas, de varias generaciones, que la mantienen viva.

El Centro Comunitario Culhuacán abre sus espacios de exhibición para presentar un montaje museográfico curado y diseñado con información recopilada por los propios pobladores de Culhuacán, para compartir con el público las características e historia de este legado de sus antepasados, desde tiempos inmemoriales.

A decir de la directora de ese recinto, María del Carmen Mendoza Aburto, la muestra Un caminar inmemorial. La peregrinación de Culhuacán a Chalma, es fruto del esfuerzo desarrollado por el Grupo Cultural Culhuacán (GCC), el cual conmemora su 15 aniversario con la reconstrucción de la memoria histórica de esa tradición entrañable y arraigada, que une a sus barrios.

«Se trata de una tradición emblemática de la historia y del vasto patrimonio inmaterial de este pueblo que, en agosto de cada año, convoca a gran cantidad de peregrinos, bajo una organización ejemplar, para llevar a pie y a caballo al Señor de Chalma de los barrios de Culhuacán, un Cristo que data del siglo XX, hasta el santuario en el estado de México», precisó.

El cronista de Culhuacán y coordinador del GCC, Luis Daniel Rosas Martínez, señaló que las peregrinaciones son el único elemento que el día de hoy mantiene la cohesión comunitaria y la vida de muchas tradiciones culturales en los pueblos urbanos, como los de la Ciudad de México, donde se han transformado territorios, recursos y chinampas, frente al desarrollo. A pesar de eso, Culhuacán resguarda un vasto patrimonio cultural, caracterizado por más de 60 festividades religiosas anuales, siendo la más importante dicha peregrinación.

«No se tiene una fecha exacta del inicio de la tradición, pero se vincula con la importancia de Chalma desde la época prehispánica, pues sus cuevas eran un centro ritual al que llegaban peregrinos de diversas regiones, se cree que los culhuas visitaban este santuario desde entonces. Con la llegada de los religiosos agustinos, alrededor de 1537, tuvo lugar la conversión religiosa y comenzó la veneración al Cristo, conocido como el Señor de Chalma», explicó.

«La peregrinación de los pueblos de Culhuacán se interrumpió con la Revolución Mexicana, debido a la inseguridad en los caminos, pero se retomó en 1931», detalló el historiador al referir que, hasta ese momento, se hacía con una estampa colocada en una rama, la cual se renovaba cada año en su visita a Chalma.

En la exposición, la cual fue asesorada por la museóloga Ana Graciela Bedolla Giles, la información sobre el peregrinaje se presenta a manera de carteles, con imágenes y testimonios orales de los pobladores de Culhuacán, acompañados de ropa conmemorativa, una montura y enseres de tipo litúrgico, los cuales dan una idea del sentir de este pueblo y de sus costumbres.

A fin de hacer posible el montaje, los pobladores aportaron fotografías y objetos de sus archivos personales. La muestra también es un homenaje a los hombres y las mujeres que antecedieron y transmitieron esta tradición a las nuevas generaciones, entre ellos el señor Tomás Rosas Ramírez, escultor de imágenes religiosas y reconocido promotor de las tradiciones.

La inauguración tuvo especial significado, porque se contó con la presencia, por unas horas, del Cristo que es llevado anualmente a Chalma, el cual la mayordomía trasladó en procesión hasta el museo, acompañado de banda de música.

La exposición permanecerá hasta el 23 de marzo de 2023, en el Centro Comunitario Culhuacán (Calle Morelos número 10, Culhuacán, Alcaldía Iztapalapa), de martes a viernes, de 9:00 a 17:00 horas. Entrada libre. ♦

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Fotografías: Mauricio Marat | INAH