Creí estar frente al Espíritu Santo y resultó ser una paloma mensajera
Por Efrén Camacho Campos
No sé para cuántos de nosotros resulte familiar encontrarnos con una bandada de palomas, a no ser que nos encontremos en el patio o recinto de alguna iglesia, y cuando nos acercamos a ellas, sobre todo los niños, éstas vuelan inmediatamente, de manera sincronizada, como obedeciendo alguna orden, escapando de las manos inquietas de los pequeños, quienes se muestran sorprendidos por la belleza y colorido de estas majestuosas aves.
Pues resulta que ayer, mientras regaba el pasto del frente de la casa, abstraído un tanto por la música y el placer íntimo que despierta ver el chorro del agua caer, volteé inesperadamente, como cuando alguien nos observa y la fuerza de la mirada nos atrae, y me encontré con una paloma a mi lado, tal vez a un medio metro de distancia, de un plumaje hermoso, con tonalidades verde, blanco y negro, misma que sin asustarse de mí, me veía directamente con sus enormes ojos y comprendí que tenía sed. Procedí a compartirle agua y después de eso se quedó a mi lado por un largo rato, caminando hacia donde yo me desplazara.
No dejó de sorprenderme esta acción por parte del palomino, sobre todo porque cuando uno se les acerca, vuelan al instante. Cruzó por mi mente que probablemente me vio cara de palomo, cualquier cosa que esto signifique, o bien, que se había topado con un papá humano.
Se mantuvo conmigo alrededor de una hora, tiempo durante el cual la estuve observando, porque en verdad su figura y los colores del plumaje son hermosos y hasta llegué a pensar sí no sería un mensaje del creador, reclamándome que fuera tan descreído en las cuestiones espirituales y había enviado al Espíritu Santo a realizar labor social.
Terminé mi labor de riego de plantas y césped, pensando que dicha paloma volaría hacia «otros cielos», pasó el tiempo y seguía afuera, feliz picoteando el pasto. Le comenté a mi esposa, se asomó a verla, le maravilló lo hermosa que era y me «sugirió» que la agarrara para revisar sí no estaba herida. Procedí a cumplir la instrucción que tan amablemente me dio mi media naranja y, sorpresas que da la vida, no se dejó atrapar y sin problema alguno caminó a resguardarse debajo del auto, y así estuvo hasta el anochecer.
En esta huida que hizo de mí, pude percatarme que en ambas extremidades tenía puestos unos arillos de colores, a lo que inmediatamente reaccioné y llegué a la conclusión que se trataba de una paloma mensajera, lo cual despertó una serie de interrogantes sobre su seguridad, ya que alrededor de la vivienda hay varios mininos, ávidos de un suculento manjar, pero más que otra cuestión, la pregunta incesante de si en esta época de las telecomunicaciones de punta, aún están vigentes las palomas mensajeras.
Preocupado por el pichón, llamé a uno de los elementos de seguridad para preguntarle si de casualidad sabía de alguien, en el condominio, que criara dichas palomas. Me respondió afirmativamente y que iría a comentarle al vecino en cuestión; regresó casi de inmediato, el condómino no estaba en casa, pero le dejó mis datos con la esposa. Pienso que tal vez vinieron por ella, porque temprano la busqué debajo de mi vehículo y no la encontré. Esta situación vivida, porque en verdad la paloma estuvo a mi lado bastante tiempo, me hizo reflexionar sobre la vigencia del uso de palomas mensajeras. Busqué información, ¡ya saben dónde!, y recuperé un artículo muy interesante, titulado «Mis amigas las palomas: Cómo actuar si encontramos una paloma anillada».
En este artículo se señala lo siguiente: «Una paloma anillada puede provenir de palomar de palomas mensajeras, perdida en una carrera o entrenamiento, de un palomar de palomas de raza, perdida durante un concurso o vuelo libre, En estos casos de palomas federadas, sus anillas nos indicarán quién es el dueño y este debería recogerlo cuando avisemos a la federación de colombofilia o colombicultura respondiente».
Como se dice de manera coloquial, todos los días aprendemos algo nuevo, en mi caso únicamente atiné a darle agua y comida, esperando que la paloma llegara a su hogar, sana y salva; asimismo, seguiré resignándome a seguir siendo un descreído. ¡Hasta la próxima! ♦

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