De la ciencia ficción a la realidad virtual
Por Efrén Camacho Campos
Hace años, como 43 al menos, cayó en mis manos un libro denominado El Fabuloso Microprocesador, recuerdo que su autor se llama Christopher Evans, el cual trata de «la revolución del fin de siglo, los computadores», cuyo final me impresionó sobremanera porque narra cómo dos naves, una terrestre y la otra extraterrestre, se encuentran en el espacio, cada una de ellas buscando un planeta dónde poder almacenar la gran cantidad de información en papel generada en sus respectivos mundos.
La preocupación de almacenamiento de información parece estar ya resuelta con el desarrollo de dispositivos de altísimas capacidades de almacenamiento en terabytes, por ejemplo, lo que me brinda cierta tranquilidad de que algún día me encuentre sorpresivamente a unos marcianos dejando sus cajas de papel en el patio de la casa.
Para todos ha sido evidente la evolución que ha tenido la computadora, ahora denominada como tecnologías de información, por lo que estos equipos ocupan un lugar preferencial en nuestros hogares, a tal grado que ha llegado a afirmarse que podríamos entrar en la clasificación de analfabetas funcionales, si no hablamos inglés y no manejamos la computadora. Hace no mucho tempo se aseguraba que eran los que sabiendo leer no leían. ¡Cómo han cambiado los tiempos!
En el libro en cuestión, si la mente no me traiciona, el autor plantea el concepto de ciencia ficción, enfatizando que hay de dos tipos, la que permanece como tal y, por otra parte, la técnicamente alcanzable, como sería el caso de la telefonía celular. Teo González, comediante mexicano –muy divertido, por cierto–, tiene una rutina donde le pregunta a la gente sí recuerdan programas televisivos de los 60, como Viaje a las estrellas(Star Trek), Guerra de las galaxias(Star Wars)y Los supersónicos, en donde los personajes se comunican mediante un aparato que resulta ser un teléfono tipo celular, o bien, poder ver a través de una pantalla a sus interlocutores. Ahora son normales estas aplicaciones. Pues bien, para mí, este es un ejemplo de ciencia ficción técnicamente alcanzable. Y como diría el clásico: lo que falta por ver.
Todo este prolegómeno viene a colación debido a que la semana pasada, navegando por el Facebook, me topé con un video (TikTok, «millones de videos cortos personalizados tanto desde dispositivos móviles como en la versión web»), donde dos muchachos idénticos, personalizados como los Everly Brothers (hasta creí que eran ellos cuando jóvenes), interpretaban esa preciosa melodía que a pesar de los años sigue vigente: All I Have To Do Is Dream. Hasta agarré la guitarra y traté de cantarla, pero desistí al oír a lo lejos lo que equivaldría al aullido de un lobo.
Dado el impacto que me provocó este video, me puse a navegar, como todo un buen cibernauta, por diferentes páginas web y ¡eureka!, encontré a Ky Baldwin, joven australiano que se dedica a tiktokear, quien no solamente da salida a su talento musical, sino que también monetiza por ello. Je, je, je… tiktokear, monetizar, ¿qué más vocablos se inventarán?
Estuve un buen rato disfrutando del trabajo de este joven y me detuve en un video de él, donde supuestamente personaliza a los cuatro hermanos Gibb (Barry, Robin, Maurice y Andy), interpretando uno de los grandes éxitos de ese estupendo grupo musical australiano conocido como los Bee Gees. El video en cuestión, puede disfrutarse pulsando el siguiente vínculo o liga: https://www.tiktok.com/@kybaldwin/video/7275736275003510058.
En realidad, aparte de la canción que en varias ocasiones bailé durante mi adolescencia, lo que despertó mi curiosidad es ver a la misma persona duplicada, triplicada y hasta cuadriplicada, recordando que hace algunos ayeres esta técnica ya había sido utilizada durante el rodaje de Los Tres Huastecos, con Pedro Infante, interpretando a unos trillizos que cantan estupendamente, y cómo no sí es el mismísimo Infante.
Luego entonces, a efecto de despejar la incógnita sobre cómo se hace este tipo de filmaciones, me puse a investigar con un joven amigo, Efraín González Estrada, quien además de ser ingeniero en Electrónica, es integrante de la Banda Sinfónica Municipal de Aguascalientes, donde toca la trompeta y, asimismo, en sus tiempos libres, se dedica a la producción de videos. Pues bien, mi joven amigo me comparte lo siguiente.
Este tipo de vídeos suelen ser proyectos con mucha producción, es decir, de muchas horas-hombre, y los ahora llamados creadores de contenido o influencers, se dedican a generar material que luego suben a la plataforma denominada TikTok, evidentemente con el apoyo de profesionales de los medios, quienes se encargan del aspecto técnico, como es la fotografía, la masterización del audio y edición del video.
Asimismo, de forma general se tiene que desarrollar el audio muchas veces con los fundamentos del estudio de conjuntos corales (a capela), ya sea sobre una pista grabada o grabando desde cero la base: batería, bajo, guitarra, piano voz; o bien, si se tiene la pista, se graban las voces profundas y al final las más agudas.
Una vez masterizada la mezcla de audio se desarrolla el video casi siempre con ayuda de la técnica «Chroma key», conocida como pantalla verde y con el uso magistral de la iluminación, así como algunos efectos especiales del software de postproducción, mismo que ayuda a llevar las transiciones del personaje que cambia de segundo plano a primer plano. Conviene señalar que el citado video, respecto al audio, es playback. El video en sí mismo, realmente es la integración de por lo menos cuatro videos, grabados con un fondo verde y una foto sobre la que se recortan los cuatro Ky Baldwin.
Como dato curioso respecto al denominado «Chroma key», es que la pantalla no tiene que ser verde forzosamente, sino de un color sólido, con iluminación uniforme para evitar las sombras y, en consecuencia, el artista no debe usar ropa o accesorios que coincidan con ese color. Usualmente, se utiliza el color verde porque es el que menos interfiere con el color de la piel.
Se tiene conocimiento que ese tipo de videos son un ejercicio popular en algunas escuelas de música, a efecto de mejorar la habilidad de interpretación y, también, los aficionados utilizan una aplicación para dispositivo portátil (tablet o celular), llamada acapella music maker.
Se hace hincapié que las personas con mucho «talento y poca necesidad de trabajar», se dedican a monetizar ese tipo de videos (cuyo monto es diferente en los países, pero siempre considerando 1,000 horas de reproducción, o bien, 100 mil seguidores) y eso ayuda mucho a que los denominados artistas, únicamente se dediquen a seguir subiendo más videos, conforme el público lo demande.
Como se podrá apreciar, aquellas visiones, desde Julio Verne hasta la época actual, por decirlo de alguna manera, ya no son ciencia ficción, son una realidad virtual, que constituyen una ventana de oportunidad, tanto por los jóvenes talentosos, conocidos como influencers, pero también como una opción concreta para nuestros hijos y nietos, que decidan estudiar y se desarrollan en el mundo de las tecnologías de información, para con esto, entre otras áreas de trabajo, ayuden a los influencers a seguir siendo influencers, cualquier cosa que eso signifique. ¡Hasta la próxima! ♦

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