Las historias falsas que se leen de la Catrina de Posada

• Agustín Sánchez González ha documentado las mentiras que se leen en las redes sociales acerca de la Catrina

«Uno de los dibujos más hermosos del arte mexicano: un elegante busto de calavera que porta un sombrero adornado con flores, fue estampado por primera vez en la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo, en octubre de 1913, como publicación póstuma de su autor, quien falleció el 20 de enero de ese año, sin imaginar que más tarde la llamada Catrina se convertiría en un símbolo cultural de México y sería reconocida mundialmente», escribe el especialista en  historia Agustín Sánchez González.

Quien ha documentado que son miles las historias falsas que se leen en las redes sociales acerca de la Catrina, como el que se diga que Posada fue empleado de Vanegas Arroyo, asegura que eso no es cierto, debido a que Posada trabajó para él como lo hizo para media docena de impresores.

«Vanegas fue un editor comercial que sacaba miles de estampas de ese tipo y muchas más al año; las calaveras y demás obras de Posada se imprimieron y reimprimieron según las necesidades del editor, quien pagaba el cliché a su autor y lo utilizaba cuantas veces fuera necesario y con un sinfín de títulos», explica.

«Posada nunca puso nombre a sus obras, era el editor quien las bautizaba de acuerdo con las necesidades del texto que anexaba en el volante. A la imagen que conocemos como Catrina nadie la conocía con ese nombre. Hay reimpresiones que Sánchez González identifica de acuerdo con el título de los impresos: la primera, ‘Remate de calaveras alegres y sandungueras’ (1913); ‘Calavera fifí’ (1918); ‘El panteón de las pelonas’ (1924), y dos más sin fecha, ‘Calaveras de las cucarachas’ y ‘Han salido por fin las calaveras’, aparecidas en hojas volantes.

En su artículo publicado en el número 177 de la revista Relatos e Historias de México, el historiador anota que la Catrina fue dibujada y concebida en una pequeña vivienda de la avenida La Paz número 6, hoy Jesús Carranza, en Tepito. Sin nombre, era la obra de arte más acabada del genial artista. En todas las reimpresiones se modificó el texto y el diseño, pero el dibujo era el mismo. «Las calaveras del montón resultaron un montón de títulos para unas cuantas calaveras», subraya Sánchez González.

En 1930 se publicó Monografía. Las obras de José Guadalupe Posada. Grabador mexicano, con introducción de Diego Rivera; en esta primera compilación de su obra aparecen los dibujos descontextualizados de sus impresiones originales y en la parte superior de la página 160 aparece aquella imagen con el nombre que le daría fama: «Calavera catrina», refiere el investigador.

De mano en mano, regalaba Rulfo sus libros

Además de la Catrina, Relatos e historias de México presenta la segunda parte de anécdotas rulfianas, en la sección Anecdotario; el historiador Ricardo Lugo Viñas acerca a lectores a múltiples trabajos que desempeñó el escritor Juan Rulfo para vivir. «Regalaba su libro de cuentos de mano en mano, entre amigos y familiares, y su novela fue mal recibida por la crítica mexicana, es así que ambos resultaron fracasos comerciales», dice.

Al llegar a la Ciudad de México consiguió un empleo como agente de migración en la Secretaría de Gobernación; también fue agente viajero, entonces vendía llantas Goodrich Euzkadi y relojes Steelco; en 1963 fue contratado en el Instituto Nacional Indigenista, donde trabajó como editor hasta el día de su muerte.

Cierto día, Rulfo pidió permiso para ausentarse unos días del trabajo, pues recibiría el Premio Príncipe de Asturias, en España; su jefe le negó el permiso porque acababa de tomar vacaciones. Rulfo regresó a su lugar y al día siguiente una llamada de la Presidencia de la República reprendió al jefe.

La publicación también presenta textos sobre la pianista María Luisa Ritter en México; la vida en breve de Antonieta Rivas Mercado y su suicidio en la catedral de Notre Dame, y un texto sobre los indios de Sonora ante la evangelización. ♦

Deja un comentario