Encuentro Villa-Zapata en San Gregorio Atlapulco
Por Manuel Garcés Jiménez*
Los habitantes de Milpa Alta y Xochimilco mantienen en la memoria dos hechos trascendentales ocurridos durante el movimiento revolucionario marcando un hito con dos grandes revolucionarios, los generales Emiliano Zapata y Francisco Villa, quienes vivieron en carne propia cómo el terrateniente se adueñaba de grandes extensiones de tierra acumulando su riqueza, aparejado con la humillación, el despojo, la desigualdad y la irracional explotación de la fuerza de trabajo de cientos de miles de peones y parceleros en todo el territorio nacional. Los campesinos tenían una vida corta por la mala alimentación, la sobreexplotación física porque no existía el jornal laboral definido, el trabajo era de más de doce horas al día;«de sol a sol», sin descanso semanal y sin servicios médicos elementales.
Todo lo anterior, solapado por el gobierno de Porfirio Díaz, quien se mantuvo en el poder presidencial por más de treinta años.
Tanto hombres, mujeres y jóvenes fueron botín de explotación. Los varones, obligados a trabajar en el campo agrícola (haciendas cañeras, maiceras, arroceras, pulqueras, henequeneras), las mujeres ocupadas en la cocina y de lavanderas, entre otras actividades, además de ser violadas por terratenientes, administradores y capataces[1], los jóvenes fueron los ayudantes de sus padres y poseedores de la carga en pagar la deuda contraída por sus ancestros.
El primer hecho histórico que los habitantes de Milpa Alta mantienen en la memoria es el 19 de agosto de 1914, cuando el general Emiliano Zapata y sus cercanos generales ratificaron el Plan de Ayala con el lema: «Reforma, Libertad, Justicia y Ley», firmado por los generales Eufemio Zapata, Francisco V. Pacheco, Genovevo de la O, Amador Salazar, Ignacio Maya, Francisco Mendoza, Pedro Saavedra, Aurelio Bonilla y Antonio Díaz Soto y Gama, entre otros.
En esta ratificación quedaron plasmados los objetivos de emprender la lucha contra los autores del derrocamiento y la muerte del presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez, así como la lucha contra la implementación de la dictadura huertista y la traición de Pascual Orozco en contra de la revolución, por lo que se declara que la jefatura revolucionaria sea asignado el general Emiliano Zapata Salazar.
El otro hecho trascendental acaeció en Xochimilco el 4 de diciembre de 1914, en el Centro Histórico de Xochimilco, de donde se deriva el documento conocido como el Pacto de Xochimilco con el siguiente contenido:
- La formal alianza militar entre la división del Norte y el Ejército Libertador del Sur.
- Salvando de los ataques que hicieron en el Plan de Ayala a don Francisco I. Madero, aceptación por parte del general Francisco Villa con la División del Norte en lo que se refiere al reparto de tierras.
- Obligación a cargo del general Villa, por virtud de operar en la frontera del norte, de proporcionar elementos de guerra al general Emiliano Zapata.
- Compromiso solemne entre los dos jefes por el que, al triunfo de la Revolución pugnarían por elevar a la Presidencia de la República a un civil, identificado con la Revolución.
Al respecto, en el interesante libro Memorias de Pancho Villa, de Martín Luis Guzmán, se dan a conocer detalles respecto al Pacto de Xochimilco, investigación basada en fuentes fidedignas de donde se reseñan las fuentes para la elaboración de tan destacada obra histórica de su autoría editada por Cía. General de Ediciones, S.A., con siete ediciones, la última de 1964, de donde mantengo un ejemplar que describe cómo y de manera fortuita le llegaron a sus manos varios escritos de valor histórico y autobiográfico procedentes del archivo de Pancho Villa, integrado por los siguientes legajos:
1.- La hoja de servicios de Francisco Villa. Documento relacionado con la Revolución Maderista de 1910 y 1911 que consta de 40 páginas escritas a máquina mecánica donde refiere que Villa realizó de noviembre en 1910, en los albores del movimiento maderista, hasta abril de 1911, cuando fue tomada Ciudad Juárez y se retiró al pueblo de San Andrés en el estado de Chihuahua.
2.- Otros apuntes, los llamados Relatos escritos a lápiz en 103, hojas donde encontramos la huida de Villa a la sierra en 1894 cuando contaba con dieciséis años de edad y terminan en 1914, ya como general en jefe de la División del Norte, cuando toma la plaza de Ojinaga. Estos cinco cuadernos que son una biografía redactada en forma autobiográfica y entremezclada con largas consideraciones políticas y análisis históricos y sociales, comienzan como relatos escritos a lápiz con el suceso familiar de 1894, y llegan hasta el momento en que Villa, tras de fugarse de la prisión militar de Santiago Tlatelolco con la ayuda de Madero, logra escapar a los Estados Unidos el 2 de enero de 1913.
Los apuntes a lápiz probablemente fueron escritos por Manuel Bauche Alcalde y narran los episodios de la vida de Villa y sus reflexiones sobre el porfirismo, así como el movimiento revolucionario iniciado por Francisco I. Madero en 1910.
3.- Además de Cinco cuadernos grandes, manuscritos con tinta con excelente caligrafía, sumando 242 páginas y cuya portada dice: «El General Francisco Villa, por Manuel Bauche Alcalde, 1914».
Otra información directa abarca de 1913 y 1914, fecha que describe cuando conoció los campos militares revolucionarios de donde obtuvo información directa de los sucesos revolucionarios.
Argumenta el autor que al transcribir los textos tuvieron que ser adaptados al lenguaje y al estilo de Francisco Villa con las siguientes características:
El texto está escrito como si Francisco Villa hubiera podido contar las cosas en el lenguaje propio de las sierras de Durango y Chihuahua, con un castellano excelente, popular, nada vulgar, arcaizante de Villa, quien hablaba sin otra cultura que la de sus antecedentes montaraces, aunque con grande intuición de la belleza de la palabra, cargado de repeticiones, de frases pleonásticas ricamente expresivas de paralelismo recurrentes y de otras peculiaridades.
Enfatiza Martín Luis Guzmán: «El escribir así supuso para mí este problema: no apartarme del lenguaje que siempre le había oído a Villa, y, a la vez, mantenerme dentro de los límites de lo literario».
En el capítulo II aparece el subtítulo: «Villa y Zapata celebran junta en Xochimilco y sellan allí su unión para defender la causa del pueblo».Leemos textualmente cómo se establece el encuentro histórico de los generales Francisco Villa y Emiliano Zapata, donde vemos que el encuentro fue en el pueblo de San Gregorio Atlapulco para trasladarse al centro de Xochimilco:
«Fue mi entrada a la Ciudad de México el día 3 de aquel mes de diciembre: la hice junto con Eulalio Gutiérrez y los miembros de la Convención. Acompañaban a Eulalio Gutiérrez los ministros del gobierno que él había nombrado entre los cuales se veían, según es mi recuerdo, muy buenos hombres revolucionarios, como… el licenciado José Vasconcelos, más otros hombres de mucha civilización y grandes conocimientos tocante a todas las cosas, como el ingeniero don Valentín Gama, que era pariente del licenciado Antonio Soto y Gama, que Zapata tenía entre sus enviados a la Convención, Es decir, que Eulalio Gutiérrez disponía de muy buenos hombres de gobierno…»
Argumenta: «Yo propuse celebrar conferencia con Emiliano Zapata, que tampoco nos había esperado en México, sino que había regresado al sur, incierto él del día de mi llegada. Y como aceptara donde luego la invitación mía, resolvimos vernos otro día siguiente en Xochimilco, población que así se nombra: es decir, que concertamos plática para el día 4 de aquel mes de diciembre».
«Así fue. La mañana de ese día salí para Xochimilco a la celebración de la dicha entrevista: salí acompañado de José Isabel Robles, Roque González Garza, Luisito y otros hombres míos. Y sucedió que como Zapata todavía no llegaba al centro del pueblo, avancé a esperarlo hasta un barrio que se nombra barrio de San Gregorio, donde me apeé de mi caballo para corresponder mejor a los saludos y aclamaciones que todos los moradores me hacían, y para recibir sus flores, y para acariciar sus niños, y para impartir mi ayuda mi ayuda a sus mujeres. ¡Señor!, si todo aquel pueblo me acogía con tan grande cariño. ¿Cómo no conmoverme en mi ánimo y encontrar las formas de corresponderle?
»En eso estaba yo, cuando vi venir a Emiliano Zapata rodeado del séquito de sus hombres. Y según lo vi, avancé para recibirlo, y mirándome él, también avanzó hasta donde yo estaba. Entonces, teniendo yo cogido uno de los ramos que acababan de darme, con él me acerqué a Emiliano Zapata, y al expresarle mi saludo le puse en sus manos aquellas flores, para significarle mejor mi trato cariñoso.
»Le dije yo:
»—Señor general Zapata, realizo hoy mi sueño de conocer al jefe de esta grande Revolución del Sur.
»Me contestó él, acogiéndome con muy buena sonrisa:
»—Señor general Villa, realizo yo ese mismo sueño tocante al jefe de la División del Norte.
»Y recibió las flores con además de apreciarlas mucho por venir de mis manos, y donde aquel primer momento nos expresamos los dos dándonos las muestras de nuestro mejor afecto.
»Pasadas las expresiones de nuestro conocimiento, Emiliano Zapata y yo, Pancho Villa, hicimos juntos nuestra entrada a la plaza de Xochimilco, todo aquel pueblo en espera de nuestro paso por las calles, todas aquellas mujeres y señoritas en grande aclamación de nuestras personas. Y en verdad que eran tantos los ramos y coronas que nos ofrendaban, que no bastaban a llevarlos los hombres nuestros que nos seguían, sino que pisaban flores nuestros caballos mientras nosotros nos alegrábamos en nuestro corazón.
»Fue la referida entrevista, conforme a mi memoria, en la casa que allí se nombra Escuela Municipal, o Palacio Municipal. Por mi parte estaban los hombres que antes indicó; por parte de Zapata, su hermano Eufemio, otro general suyo, nombrado Manuel Palafox, y el profesor Otilio Montaño, más una mujer de nombre Prudencia Cassals, y Paulino Martínez, y Alfredo Serratos, y Serafín Robles y varios otros… También venía mister Jorge Carotheres, representante de míster Bryan, y míster León Canova, representante de míster Wilson.
»La mañana de otro día siguiente, 6 de diciembre del año de 1914, mis tropas y las de Emiliano Zapata empezaron su desfile por las calles de la Ciudad de México…»
Precisamente el pasado 25 de noviembre de 2023, el inmueble que fue testigo del Encuentro Zapata-Villa, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres Guadarrama, anunció la Declaratoria de Expropiación donde se localizaba la zapatería «La Ribera», para convertirlo en Museo de la Revolución Mexicana, con la participación de las fundaciones Villa y General Felipe Ángeles. El alcalde, José Carlos Acosta Ruíz, detalló que además del citado, otro inmueble histórico conocido la «Casa Almazán», ubicado en el número 37 de la Calle Nuevo León, en el Barrio de Santa Crucita, también quedó expropiado para museo regional. ♦
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* Presidente del Consejo de la Crónica de Milpa Alta.
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Bibliografía:
Guzmán, Martín Luis. Memorias de Pancho Villa. Compañía General de Ediciones, S.A., México, 1964. Mendoza Muñoz, Israel. Los Trigarantes de la Revolución Mexicana 1910. Ediciones Charro. México, 2010.
[1] Verbigracia: «Ni pobrecita madre estaba hablando llena de angustia a don Agustín. Señor, retírese usted de mi casa, ¿Por qué se quiere usted llevar a mi hija? Señor, no sea ingrato. Entonces volví (Pancho Villa) a salir y me fui a la casa de un primo, allí tomé una pistola que acostumbraba tener colgada de una estaca, regresé a donde se hallaba mi madrecita y mis hermanas y luego le puse balazos a don Agustín López Negrete…» Memorias de Pancho Villa, Martín Luis Guzmán.

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