«Mátalo», la más reciente novela de David Martín del Campo

• «David es un hombre de mar y de safaris»: Mauricio Carrera

Por Sergio Rojas | Revista Nosotros Núm. 102 | Abril de 2007

Para el crítico literario Mauricio Carrera Mátalo no es una apología de la caza y de la pesca, dos actividades que practica David Martín del Campo, sino del pretexto literario para ahondar en esa selva y en ese mar de la condición humana.

Primero en hablar acerca de la más reciente novela del escritor David Martín del Campo, Carrera aseguró que éste se encuentra en pleno uso de sus obvios talentos de narrador. «Me gusta por su cercanía con el mar. Su atmósfera marina es impecable, sus descripciones geográficas (son) muy bien logradas. Es curioso que en un país con tantas playas haya tan pocos escritores dedicados a temas marinos, apenas unos cuantos, como Dámaso Murúa, Ramón Gudin, Luis Spota y David».

Reunidos en el Salón de los Rectores del majestuoso Palacio de Minería, y con la Feria del Libro como polo de atracción, el público de David acudió puntual para conocer de primera mano la más reciente novedad literaria de su producción, pero además, de lo que de él se iba a decir. Y sí, Mauricio Carrera fue explícito al hablar de su amigo.

«A David le atrae el mar y eso es claro en su obra, desde Isla de lobos hasta Dama de noche, con su protagonista Sofía Gris que siempre quiere irse con los pescadores, y por supuesto en ese gran reportaje que es Los mares de México. Pero también le atrae ese otro elemento presente en esta y otras narraciones, el afán de aventura. No es un elemento nuevo si no una característica de su literatura. En Mátalo, desde el título, ‘El tesoro de Bagdad’ ya tiene resonancia de viajes, de lugares distantes, de animales exóticos, de condimentos distintos, de peligros a la vuelta de la esquina».

Mátalo, apuntó Carrera, «es un claro ejemplo de las dotes narrativas de David, desde lo abigarrado de una historia tan compleja como ‘Antes de morir’, a la impecable sencillez de ‘El tesoro de Bagdad’. Su talento literario está al servicio de contar una historia».

Después Mauricio se refirió al secreto más propalado de David, el desparpajo con que hilvana palabras, borda frases y moldea una grácil prosa que seduce a sus lectores.

«Para fortuna nuestra a David no le importa el lenguaje por el lenguaje, no le interesa el solecismo o las peripecias de las palabras acomodadas como una pirotecnia verbal.

»Sabe que la literatura consiste en contar, que detrás de cada cuento, cada novela, hay personajes, historias, mitos. En él se conjuga muy bien su oficio de novelista y cuentista con el de periodista. Sus historias parten de sus vivencias, de su curiosidad, de su preguntar por aquí, por allá, y de escuchar».

En resumen, para Mauricio Carrera, David es un hombre de mar y de safaris, forjado en la literatura, que sale a cazar su propia obra con el arpón de su imaginación y de su pluma.

La inteligencia narrativa de David

Tras de reconocer que David tiene la capacidad para escribir acerca de lo que se le pegue la gana, porque es un natural de la literatura y con enorme malicia literaria, el escritor Hernán Lara Zavala destacó las partes conmovedoras y muy creídas de Mátalo.

Su más reciente obra «tiene elementos de artificio, inteligencia narrativa, malicia y humor», dijo, y al igual que Carrera, también se refirió al extraordinario conocimiento que del mar tiene Martín del Campo, sin pasar por alto lo imprescindible que el humor resulta ser tanto en la vida como en la literatura de David.

Se iba a llamar «Reciarios»

Por su parte, David Martín del Campo dijo que Mátalo es una geografía donde los personajes están a la espera de una redención porque es un libro de santidad. «En el libro hay mucha locura y es lo que echa a perder las vidas de algunos de los personajes», comentó.

A decir del escritor, pensó en ponerle como título «Reciarios», debido a que en el circo romano ellos eran los que mataban a los animales como osos, tigres y rinocerontes para disfrute del público; sin embargo, a los editores no les gustó, y sólo fue hasta dos meses después que David encontró en su obra una frase que se refiere a que «nos pasamos la vida matando la sed, matando el hambre, matando el tiempo, matando…»

Es como un homenaje a esa parte genética que tenemos de sanguinaria, dijo, pero no precisamente de maldad, sino porque hace 20 mil años éramos cazadores de bisontes y a veces no regresábamos a casa con la presa. «De alguna manera, el libro habla de esa parte orracional, brutal, animal que tenemos bajo la piel y que al cualquier descuido aflora y nos hace cometer inhumanidad», concluyó. ♦