La Fiesta de las Velas en Juchitán e Istmo de Tehuantepec en Oaxaca

• La sociedad juchiteca está orgullosa de sus costumbres, raíces y de su lengua zapoteca que no les da vergüenza hablar

Revista Nosotros, Núm. 113 | Abril de 2003

Una festividad que aún tiene poco turismo culturales la de las Velas, fiestas pagano-religiosas que se realizan en Juchitán y Tehuantepec, Oaxaca, desde el mes de abril para terminar el cinco de septiembre, pero es en el mes de mayo cuando la fiesta tradicional del Istmo de Tehuantepec celebra al santo patrono, San Vicente Ferrer, con misas y un detalle de carros alegóricos para la «tirada de frutas», en la que las mujeres arrojan frutas y regalos a los invitados.

En total en Juchitán, tierra de creadores como Gabriel López Chiñas, Francisco Toledo o Enedino Jiménez, de quien lleva su nombre el Premio Nacional de Literatura Indígena, se realizan 26 velas, desde abril hasta el cinco de septiembre con la vela conmemorativa del triunfo del batallón juchiteco en 1866.

En mayo, el segundo sábado del mes, tiene lugar la vela Biadxi (vela de las ciruelas), le siguen la del Calvario el domingo, la Angélica Pipí el martes, la San Isidro Norte el miércoles, la San Vicente Chico el jueves, la de San Vicente Grande el viernes y el sábado se termina esta sucesión de velas con la vela de Cheguigo.

Durante estas festividades, por la noche la gente convive, baila, comparte la botana y al día siguiente continúan con el recalentado y la regada, que es una tradición donde los organizadores de la Vela salen a la calle en carretas tiradas por un toro, muy adornadas con flores naturales o de papel, y van por las calles aventando flores, jarritos, dulces y utensilios de cocina, como recuerdos de la fecha.

San Vicente Ferrer es conocido por los lugareños de Juchitán como Xhavizende, que significa «lugar de San Vicente», aunque el nombre original de Juchitán es Xihitlán, que significa «lugar de las flores».

Para realizar las Velas es necesario el trabajo en equipo, dedicación y ahorro económico, así como la solidaridad entre los organizadores, de ahí que a la entrada de la fiesta los hombres entregan un cartón de cerveza y las mujeres una donación monetaria en un arreglo, ya sea en un pañuelo o una flor, a los mayordomos.

La sociedad juchiteca está orgullosa de sus costumbres, raíces y de su lengua zapoteca que no les da vergüenza hablar, las mujeres bailan entre sí con sus hermosos trajes de tehuanas, de gran colorido y adornados con sus llamativos centenarios de oro, porque no hay problemas de carácter social, es una forma muy particular de desarrollar este baile.

A decir del arqueólogo Eladio Terreros, «también participan en el baila los muxes (homosexuales travestis) que son bien vistos por esta sociedad, pues siempre están al cuidado de las labores cotidianas, en particular las de la casa; mientras mujeres y muxes bailan, los varones están atrás bebiendo cerveza, como parte de su convivencia, de la festividad y el entorno social».

Bailan a ritmo de los sones istmeños, como La Zandunga, La Martiniana, La Petrona, amenizados por uno o dos grupos musicales que prolongan la fiesta hasta el amanecer.

Transcurrida la mayor parte de la fiesta, alguno de los organizadores se levanta a hacer el esperado anuncio, el cambio de mayordomía. Los mayordomos entrantes, mediante una ceremonia sencilla, establecen públicamente el compromiso de realizar la fiesta el año venidero.

En el centro de Juchitán se pueden apreciar algunas señoras que se dedican al bordado de los trajes, con diseños de su imaginación; la visita al mercado en el que venden totopos, tamales, pan, flores, así como alhajas de oro, entre otros productos.

Juchitán y Tehuantepec se encuentran a 250 kilómetros de la ciudad de Oaxaca. ♦

Portada del número 113 de la Revista Nosotros correspondiente al mes de abril de 2008

Deja un comentario