¡Vamos a leer poesía! Hoy presentamos siete poemas de Alicia Leonor

• Alicia Leonor es una poeta consumada y al retomar el contundente aforismo anónimo de que «Porque en los ojos correctos siempre serás poesía», en Nosotros tomamos de su poemario «Me reivindica la noche» una muestra de su producción literaria

Alicia Leonor (Tamuín, San Luis Potosí, 1968), radica en Matamoros, Tamaulipas, desde 1990. Licenciada en Administración de Empresas y Contaduría Pública, es poeta, narradora y promotora de lectura. La también coordinadora del Maratón de Lectura «Creando Lectores», es autora del cuento infantil «Letras de Navidad» (2020) y del poemario «Me reivindica la noche» (2021).

Transición

Viajábamos ladera arriba como perros del campo

olía a yerbas fragantes de vísperas de verano.

¡Cuántas fragancias!

.

Pintábamos estrellas de papel

en nuestros trabajos de ciencias.

.

Pero la vida cambia

bruscamente revuelve todo.

.

Quedé huérfana de naturaleza

rama seca en un jardín enorme.

Me costaba hallar remansos.

.

Me alejé

perdí las huellas de mis pies

entre esa multitud de hormigas.

.

Escuchaba el gemir de la madrugada

al morder la soledad

y volvía a acomodarme en su regazo.

.

¡Me costaba tanto irme!

.

Toda yo quedé revuelta inmóvil

arrullada por el viento entre sus ramas,

poblándome de musgo

.

¿Quién soy?

.

Todavía no he podido dar fin a la tarea.

No tengo cuerpo.  Soy cuerpo

y cuando ya no sea,

solo entonces… dejaré de ser.

.

Tiempo sin tiempo

Hay lugares, aromas y objetos

que son ausencias presentes

cantan, gritan, y te sumergen

travesía visual hasta sentir su espíritu.

Hay personas que se filtran

por las cicatrices de las paredes,

las acaricias y se adhieren a la estancia

a los cajones desvencijados del peinador

y no tienes el valor para deshacerte de ellos.

Hay objetos que te hablan y cuentan historias.

Como el libro deshojado de Rayuela.

la callada armónica que reclama su lugar.

¿Cómo mandar a la basura esas figuras mutiladas?

A veces, al sentarme en la penumbra

me toma por sorpresa un coro de voces.

Hablan de fechas, citas, café, libros, lágrimas,

piel-sexo, brazos y abrazos.

Son los aromas, los lugares, los objetos, las personas

sigue impresa su presencia muy dentro de mí.

Esta nublada semana

Las palabras incoherentes

se tambalean como Poe

en esa tarde de octubre.

.

Se rehúsan a manifestarse

están hartas de saborear el filo

de esta abrupta vertical que solloza

del costado izquierdo.

.

Junto a estos huesos cansados

les da pereza volver a ser trazo firme.

.

Y cómo una mancha plastificada

comienzan de a poco

a difuminarse.

.

Te vas a extrañar

Porque al tambalear la cordura

estarás inmerso en la melancolía.

El presente perderá significado,

caminarás por tardes lluviosas

regodeándote en un romance

auto compasivo.

Guarda memorias

porque el agobio de la nostalgia duele,

es un sentimiento de pérdida.

Querrás regresar a esos inviernos

de temperaturas gélidas,

buscando cura para esa sensación

de sentirte en casa y a la vez ajeno.

Guarda memorias

para aspirar su atmósfera;

cuando añores recuperar su romance,

las fantasías a que te abrazarás

serán nubes que construirán contigo

un hogar.

Hoy por la mañana

Me he sentado a escribir poemas.

Tal vez deba despedazar la hoja blanca

y tirarla al bote de basura.

Ir a la cocina y limpiar las lágrimas

que escurren de la jarra roja

donde hierve el té.

Ya no quiero hablar de alturas

de vértigo

             de alas.

Ni quiero contarles

que la vida es una talla más chica

y me volvió equilibrista.

Amiga de la incertidumbre

rehúso seguir plasmando poemas

de este brutal sinsentido.

Afuera los buitres se burlan

de esta realidad que asfixia.

Una mancha en el techo

Es solo una mancha

ojos y sonrisas en el piso,

y por las paredes.

Platicaba con ellas al vestirme

para ir a clases. En el camino saltaba

para no pisar las rayas,

soñaba explorar historias,

caminos y horizontes.

Me hicieron audible y sonriente

pero ya no lo soy.

Ahora otros ojos me miran

desde la pared grafiteada camino al trabajo

no me hablan.

Ya no salto y piso las rayas,

sin prestarles atención.

Miradas duras y sin boca

que me quieren callada;

comenzaron a llegar silencios inútiles,

y sin respuesta.

Todo grita y se manifiesta.

Hoy

dos ojos y una nariz me interrogan

desde el espejo.

Desnuda bajo la lluvia

La tormenta estalló sin aviso,

y corrí a cerrar las ventanillas del carro.

Pero mi vestido, tan frágil como mi alma,

se rindió a la lluvia.

Gotas de agua como lágrimas

deslizaron por mi piel, mis senos,

donde late el ritmo de mi verdad.

Levanté la cara al cielo, y la lluvia me besó

con sus labios fríos.

Balbuceé:

«Que llueva, que llueva».

Y con cada gota, sentía quitarme una capa,

como serpiente que muda su piel.

Me mostré, desnuda y vulnerable.

La lluvia me lavó, y fue llevándome

por laberinto de sombras y deseos,

donde el placer y el dolor bailan sin fin.

La caricia es un susurro que despierta y crece.

El cuerpo se funde en un abismo

ecos que resuenas.

Porque las almas más heridas sienten el vacío

aun en los brazos del otro,

la melancolía las envuelve.

Escuché a unos chiquillos juguetear con la lluvia.

Nadie puede escapar

de la bestia que lo habita,

que lo acompaña y lo persigue.

Deja un comentario