¡Vamos a leer poesía! Hoy presentamos Poemas de Cecilia Valdez Zúñiga

• Nuestro espacio dedicado a difundir la obra poética de autores mexicanos, dedica esta vez su sección a una poeta tamaulipeca

Cecilia Valdez Zúñiga nació en Matamoros, Tamaulipas, en 1983. Estudió la carrera de Química Clínica y además es Master en Enfermería. Enfermera en el Hospital Alfredo Pumarejo y docente en el Instituto de Ciencias y Estudios Superiores de Tamaulipas desde 2001, escribe poesía desde los 17 años, en el taller de Adán Echeverría.

Coexistir

Nos escabullimos en las sombras

de los atardeceres magnánimos

de los turbulentos.

Agitado el paso, piernas,

el corazón y las brechas cortas.

Nos confundimos los caminos laboriosos

donde los sauces reciben a los audaces

 para descansar.

Disfruto que poseas el paisaje y lo hagas tuyo

para poder recrearme

en los más íntimos atardeceres

sin miedo a coexistir.

Nieve

El café por la mañana ya no sabe igual

mi apetito está ausente,

siempre se me hace tarde

y pierdo las llaves todo el tiempo.

¡Que no ves la nieve caer!

Dentro de la cabaña hace frío si no estás;

al acurrucarme contigo siento seguridad

y casi siempre

quieres tener el control de todo.

No puedo reír todo el tiempo,

el silencio me invade y es incómodo.

Mis pensamientos se saturan sobre ti

tormenta breve que pronto pasará.

Dejará algún tipo de daño.

Ya no te espero para jugar en las tardes a hacer copitos de nieve

Ya ni siquiera es divertido

¡Es un juego estúpido!

Oh bendita y blanca nieve,

 algún día te derretirás

y yo podré salir de la cabaña

a jugar de nuevo

con las mariposas.

Persuasiva

Nada nuevo hay bajo la lluvia

ni tus migajas,

ni tu amor traicionero,

ni las inseguridades que sembraste.

ni siquiera el desafío de un nuevo despertar contigo,

estoy en total vacío.

Las calles son más angostas,

mi caminar cada día es más lento,

mi sabiduría es abrumadora.

En tal lugar hay una señora,

la penumbra, fiel compañera,

mi deleite, jamás estar sola,

mi delirio,

un cigarro

y una taza de café.

Sonámbula

Soy la noche

que camina sobre tu silueta

 Soy el atardecer

reflejado en tus ojos

Soy las olas que mecen el mar.

Y si el mal alguna vez se atreve a perturbarme

seré la desdicha que caerá sobre tu ser.

Soy el vientre que guarda tu sueño,

mis brazos te han de sostener si caes

lánzate ya no tengas dudas.

En el lado profundo del mar,

donde sus tonalidades enriquecen el alma

nos sumergimos;

su azul oscuro guarda

el entorpecer de los risueños que por nerviosismo

no se atreven.

¿De qué se atreverían?

¿Se atreverían tal vez a burlarse?

 ¿Tal vez a amarte?              ¡Ya!

¿Quizás el reflejo del agua tiene todo escrito

a través de las vibraciones que emanas

cuando hablas y en lo que también omites?

Soy una cálida marea

Soy una cálida marea que borra

esas huellas en la arena

Soy la dulce tormenta que llega

e inquieta se va

Soy lluvia pesada

lluvia ligera

Soy tu luna entera.

un aullido triste

Un animale abandonada

Soy boca que gime

oído

que escucha gritar.

El malestar al medio día

y los malentendidos que no logramos

solucionar.

La mejilla que presencia

cada lágrima que florece

con tu esencia siempre infiel.

Soy puño de emociones

que como tú

no tiene buenas intenciones

y te incita por las noches

a pecar.

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