Chimalhuacán. El canto del cincel, sonido metálico de los artistas
Por Manuel Garcés Jiménez
En la introducción del libro, Xochime, se nos comenta que: «La historia de nuestros pueblos se ha escrito con pluma europea. A pesar de que, quien ha usado esa pluma (en muchas ocasiones), han sido mestizos o hasta indígenas, las letras que han plasmado van cargadas de occidentalismo, sumiendo en una confusión histórica a los lectores»[1].
Existe razón, pero en lo concerniente a la actividad de todo cronista, éste deberá deslizar el bolígrafo o teclear la computadora debiendo de forjarse un criterio propio a través de la historiografía para no repetir los renglones torcidos de la historia.
Al respecto, el Ayuntamiento de Chimalhuacán, estado de México, tiene las evidencias fehacientes de su historia a través de diversas fuentes directas en documentos y fotografías tomadas cuando existía el esplendor de la zona lacustre. Esta labor de rescate histórico ha sido del cronista Israel Higinio Calderón Ramírez, quien ha realizado una labor encomiable, demostrando a través de la organización de la primera y, ahora, la segunda Feria Metropolitana 2024, con exposiciones de diversos y vetustos objetos de labranza que utilizaron los campesinos cuando existía la zona acuática. Además, observamos fotografías[2] que nos remontan al pasado, acompañado de la venta de artesanías, donde no podía faltar la comida tradicional de la zona.
Al respecto, el cronista señala en la introducción de su libro Cronistas, que: «La función del cronista toma relevancia al rescatar estos conocimientos y compartirlos a la comunidad por cualquier medio; sin embargo, las condiciones que rodean la labor de los cronistas es compleja, difícil en la mayoría de los casos, limita su actuar ya sea por lo difuso de sus funciones marcadas en la ley o, simplemente, por el poco entendimiento de las personas que lo rodean y no se valoran o respetan su figura como ente primordial en la memoria histórica de un pueblo».

De esta manera, el papel del cronista de Chimalhuacán ha sido fundamental, viéndose reflejado este año con la segunda Feria Metropolitana Chimalhuacán 2024, con la participación directa de la presidenta municipal Xóchitl Flores Jiménez, donde los visitantes disfrutan, admiran y valoran todo lo expuesto.
La historia de la fundación
La fundación de Chimalhuacán data del México prehispánico, en el siglo XVI. Los datos y referencias están documentados e investigados por René Acuña y difundidos por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, quienes señalan que la fundación data del año de 1579. Según lo establece el códice Quinatzin, donde aparece el Cerro de Chimalhuacán rodeado de aguas del lago de Texcoco con un chimalli (escudo) con cuatro círculos geométricamente colocados en su interior, representando los cuatros calpullis (barrios): Xochitenco, Xochiaca, Chimalco y Atlapulco.
Por lo que su nombre de origen prehispánico proviene de chimalli, que significa escudo, que procede de la partícula posesiva hua, y de la terminación can, que nos indica lugar, por lo tanto es: lugar donde tienen escudos.
Se tiene conocimiento que fue el gobernante Huaxomatl el primer tlatoani que gobernó después de la llegada de los toltecas y Acxoyatlatoatzin, que gobernó en el momento de la llegada de los españoles, y que tiempo después fue bautizado con el nombre de Pedro Pacheco.
La historia se confirma que los restos arqueológicos localizados en lo que fue la zona lacustre, la mega-fauna fue de la era lítica con restos encontrados en Xochitenco en 1966. Restos humanos con una antigüedad de 10,500 años, localizados en 1984. Es el hombre de Chimalhuacán.
Por otra parte, el sitio de Los tepalcates nos demuestra los primeros asentamientos con una antigüedad de más de 6,000 años, sitio considerado contemporáneo de Cuicuilco.
El expansionismo de la población de aquellos años dio motivo a la segunda ocupación en el año 500 de Nuestra Era en los parajes El Tepalcate, Los Pochotes, Santa María Nativitas, Xochitenco, Xochiaca y Atlapulco.
Finalmente, la tercera ocupación se originó en el año 1100 al 1200, por habitantes provenientes de Tula y de Culhuacán, con Los Pochotes que surgen en Técpan de Chimaluacán.
El origen histórico prehispánico y la grandeza de Chimalhuacán pasa a la historia el 4 de octubre de 1842, siendo erigido como cabecera de municipio del estado de México.
Durante el recorrido de la Feria nos atrae de inmediato el sonido de los golpes de los martillos a los cinceles, dando origen al Canto del cincel, así lo aclaró el cronista municipal Israel Higinio Calderón. El sonido metálico de los artistas que trabajan dando forma poco a poco y con esmero al modelo o forma a realizar de su arte para ser expuesta en la exposición y concurso a la mejor obra artística inédita de cantera.

Al recorrer en cada uno de estos hombres dedicados a su interesante actividad, encontramos la amabilidad de cada uno de ellos como fue el señor Alberto Buendía González, quién sacó de la bolsa de su pantalón una hoja de papel doblada que mostró con un texto, donde narra la actividad ancestral de sus antepasados. El texto aparece con el título: «Memoria de un pescador», en ella nos describe la actividad que ahora es historia:
«Era una época en nuestra amada tierra, donde trabajamos para recolectar nuestro alimento. Éramos pescadores singulares, porque no obteníamos pescado, si no la hueva de un insecto, llamado ahuautle (chinche de agua). Nos dirigíamos a la rivera del lago de Texcoco, a la altura de nuestro municipio, preparábamos nuestras redes de yute, las lanzábamos, obteníamos nuestro ahuautle, para después limpiarlo, lo proporcionábamos a nuestras mujeres, quienes con gran devoción lo preparaban en grandes manjares. Y esas fueron nuestras raíces, que compartíamos con propios y extraños, quienes también quedaban fascinados con tan exóticos y variados sabores. Actualmente, disfrutamos en menor cantidad, pero con la misma alegría y gran nostalgia de estos alimentos».

Los canteros que no dejan de golpear el martillo al cincel, son de distintas edades, obras que finalmente serán adquiridas por quienes valoran el arte popular. Actividad ancestral que posiblemente tenga sus raíces en la escuela establecida por el fraile Pedro de Gante, quien llegó a América el 30 de agosto de 1523, estableciéndose en Texcoco, vecino de Chimalhuacán, donde el religioso no se dedicó exclusivamente a predicar el evangelio, sino también a educar a los indígenas, creando talleres para los indígenas de donde salieron los primeros artesanos como escultores, canteros, pintores, orfebres y gran número de artistas que tanta fama darían a la escuela del fraile. ♦

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* Presidente del Consejo de la Crónica de Milpa Alta.
Bibliografía:
Cruces Carvajal, Ramón. La obra educativa de Pedro de Gante en Tezcoco. México, 1980.
Revista Cronistas, Hijos de la Cuenca de México y sus Leyendas. Publicación de los cronistas, de Chimalhuacán, Atenco, Chalco, Ecatepec, Ixtapaluca, Aztahuacán, Santa Martha Acatitla, Nezahualcóyotl, Papalotla, Tepetlaoxtoc, Texcoco y Milpa Alta.
Xochime, Una mujer con rostro y corazón. Jesús Jiménez. Ediciones Tezcal, Chimalhuacán, México, 2023.
Folleto (tríptico), con datos tomados de Chimalhuacán, rescate de una historia, Editorial Municipio de Chimalhuacán, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Archivo General de la Nación Portal de Archivos Españoles(Pares), Ministerio de Cultura-Gobierno de España. México, 1998.
Agradecimiento al cronista de Chimalhuacán, licenciado Israel Higinio Calderón Ramírez, quien me invitó a la segunda Feria Metropolitana 2024 (Femechi) donde expuse el tema: «Primer misa de los franciscanos cantada en Texcoco». ♦
[1] Tomado del libro: Xochime, una mujer con rostro y corazón, de Jesús Jiménez.
[2] Fotografías «Apenes, Ola» (década de 1930) del Museo Etnográfico de Estocolmo. García Cook, Ángel, 1938.

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