Testimonio del capitán primero Marcos Lozano Flores, zapatista de Milpa Alta

• Testimonio del señor Marcos Centeno Flores, que dejó grabado cuando contaba con 85 años de edad, quedando su testimonio desde los 13 años de edad, cuando se dedicaba al pastoreo en el monte y a esa edad se involucró en el movimiento zapatista

Por Manuel Garcés Jiménez

A 106 años del artero asesinato del general Emiliano Zapata Salazar, acaecido el 10 de abril de 1919 en la hacienda azucarera de Chinameca, en el estado de Morelos, durante el gobierno de Venustiano Carranza, se organiza un complot por parte de Pablo González, el cual es ejecutado por el coronel Jesús Guajardo.

Después del asesinato del general Emiliano Zapata, el zapatismo siguió adelante, inspiró a Felipe Carrillo Puerto a salir en defensa de los indígenas mayas, así como a gobiernos revolucionarios que alentaron la restitución de tierras a los campesinos. La utopía agrarista del zapatismo se hizo finalmente realidad durante el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940). Al respecto, recordamos al capitán primero zapatista Marcos Lozano Flores, nativo del Barrio de la Concepción, Alcaldía Milpa Alta.

En esta alcaldía los historiadores, estudiosos y cronistas de la Revolución Mexicana, han rescatado evidencias de las denominadas clases subalternas que conservan los testimonios directos de sus ancestros, tanto de sus pensamientos, aspiraciones, proyectos y reminiscencias directas e indirectas, a través de documentos, fotografías y relatos, entre otros valiosos elementos.

Los habitantes de Milpa Alta tienen la fortuna, el recelo y esmero en cuidar los archivos del Movimiento Agrarista: cartas, telegramas, recados, proclamas, testimonios, fotografías y, en algunos casos, hasta grabaciones, en las que escuchamos los sufrimientos de los campesinos que vivieron en los campamentos y campos de batalla, tal es el caso de los familiares de la cronista Ana Luisa Cortés Centeno, quienes grabaron las memorias del bisabuelo[1], el señor Marcos Centeno Flores, cuando éste contaba con 85 años de edad, quedando grabado su testimonio a sus 13 años de edad, cuando se dedicaba al pastoreo en el monte, involucrándose en el movimiento zapatista[2].

Al leer el relato (transcrito por Anita Luisa Cortés Centeno), nos traslada a los años difíciles (1910-1919) cuando los campesinos se involucraron voluntariamente para salir de la esclavitud en manos de los hacendados y terratenientes cobijados por el gobierno porfirista.

Marcos Lozano Flores comentaba con firmeza y seguridad lo siguiente: «En cierta ocasión, en pleno monte pasaron unos hombres, nos dijeron: ‘…a ver, párense, ¡¿a donde van…?¡’ Pues venimos a dar con ustedes, ‘¡pues ándele¡, !caminen¡’ Nos llevaron a Tlalnepantla donde estaba el general Everardo González. Llegamos, nos formamos, estuvimos sentados casi todo el día hasta como a las cinco de la tarde. El general Everardo González ya me conocía cuando cuidaba mi ganado en el paraje Tecoixco donde llegó una noche y me quitó toda mi comida de la ollita. Cenaron ellos, donde me dejaron diez piezas de pan para comer los otros días en el monte. Con malas palabras, me dijo: ‘¡Tú, hijo… de quien sabe qué…! ¿Por qué viniste? Me animó, don Juan Gómez. Me regañó; bueno, ni modo, te espero al ratito, me dio de cenar. Pero me aclara: ‘No más no digas a tus compañeros nada de esto que ya cenaste, ya que los demás tienen hambre’».

Credencial otorgada por la Secretaría de Programación y Presupuesto al capitán segundo Marcos Lozano Flores. Fotografía proporcionada por el profesor Manuel Garcés Jiménez

«Ya estando involucrado en el movimiento zapatista, en cierta ocasión un soldado de Milpa Alta me manda casa por casa para pedir  tortillas. ¡Señora¡ ¡señora¡ me da una o dos tortillas, o lo que tenga usted. En algunos casos nos daban solo una tortilla donde la cortábamos a la mitad, cuando nos daban dos, le tocaba una a cada quien…  

»En otra ocasión, estando en San Pablo Oztotepec, el general Everardo González me manda llamar, me dice: ¡Tú te quedas! ¿sabes montar a caballo?, ¡No!, pero me voy a enseñar. Vas a llevar estos oficios para el general Zapata, hasta donde lo encuentres en Morelos. Me dio como 200 pesos. Les compras algo a los muchachos en donde llegues, pá que coman, y te vas siguiendo hasta que lo encuentres personalmente, me tienes que traer los recibos de él.

»¡Qué sí! ¡pues vámonos!… Salimos de San Pablo Oztotepec rumbo a Tlalnepantla donde yo conocía una casa donde una señora me atendía. Llegue a esa casa con los muchachos, les dije; vallan al cuartel, tempranito voy por ustedes para que sigamos adelante. Al otro día, tocó la casualidad, que cuando llegamos a Tlayacapan vimos muchos zapatistas de caballería, atrás unos cuantos de infantería, ¡híjole!¡, y ¿ahora? Vimos más gente, (preguntamos) ¿vendrá el general Zapata?, ¡Uy! ¿Cómo no?, es él que nos trae a este lugar.

»Estábamos viendo cómo entraban la caballería, la infantería, pero lo más admirable eran como seis o siete mil hombres, ¿Pero dónde se quedó el general? Pues está ahí (le contestan), está en aquel zaguán, entró ahí el general. Me acerque; vengo de parte del general Everardo González. ¡Está bien!, me quitaron las cananas, mi pistola, mi carabina, mi chivito (comida) que llevaba. Todo me lo quitaron, me dejaron solo los oficios, llegando a esa puerta, me dijeron: ¡A ver qué traes (otra vez me esculcaron), pues éntrale hasta llegar con el general Emiliano Zapata.

»Me impresionó verlo de frente: Vengo de parte del general Everardo González, aquí tiene usted estos oficios, (me dijo) ¡siéntate muchacho! ¿Cómo están por allá? Pues, todos están contentos (contesté). Muy bien, un momento para que le lleves la respuesta a mi general Everardo González. ¿Cuántos muchachos traes? Siete nada más. ¡Tá’ bien…! Me dio como 300 pesos. ¡Vete luego! y, a tus muchachos a ver qué le compras, que coman, prevénganse ya, para que salgan, se van para Tlalnepantla, para que me esperen mañana, para que tú vayas con nosotros, tienes que ir como guía hasta San Pablo Oztotepec. ¡Sí mi general! (le contesté).

»Llegamos a la plaza de Tlayacapan, les dije a mi gente, ¡a ver, pidan lo que quieran yo voy a pagar. Con lo que me dió el general Emiliano Zapata y algunos centavos de Everardo González, me alcanzaron para pagar, y todavía me quedé con algunos centavos.

»Luego de varios días llegamos a Tlalnepantla, cuando vimos cómo van llegando la caballería, la infantería, hasta que llegó el general Zapata. Salimos de Tlalnepantla rumbo a San Pablo Oztotepec donde le entregue los caballos, el general Everardo González me dice: ¡Ya vete a tu avanzada! ¿Dónde está Andrés Campos? Está en el cerrito de Tototepec, donde se ve bien Milpa Alta.

»Ya no recuerdo, creo que fue un jueves, viernes, sábado o domingo cuando vimos subir la tropa rumbo a San Lorenzo Tlacoyucan, en ese momento llega  un enviado del general Emiliano Zapata a quién nos informa que no vallamos a desconocer la gente de Chon Díaz. Recuerdo que todos vestíamos  con calzones y camisa de manta, no más se veía a la gente de blanco, puro blanco con nuestros sombrerotes.

»Como a las 12:00 horas del domingo comienza el tiroteo, llegaron por el camino viejo, de la Mora, más arriba, ahí se pararon llevando hasta señoras, desde ahí les echamos  una descarga donde cayeron, y ya no pasaron. Nos avisaron que cuantos cartuchos teníamos; yo tenía cinco, los otros tres, y otros más siete. Cada tiro era seguro, si gastas nomás por gastar, y si haces un tiro que no sea seguro se acaban las balas.

»Nuevamente me entrevisté con el general Emiliano Zapata: ¡A ver ustedes son doce muchachos!, ¿Creen que con los doce podemos situar Milpa Alta? (contesté) ¡Sí! Pero en puntos estratégicos.   (Reafirmé). ¡Sí, mi general!, con doce muchachos es suficiente, los podemos echar (a los federales), pero si usted me da más gente, entonces mis muchachos que vayan y coloquen a los demás hombres.

»Cada uno llevó como a cien hombres, a mí me tocó en el Teuhtli donde le teníamos que dar vuelta por el enemigo, ya sea por acá, por San Pablo Oztotepec o San Lorenzo Tlacoyucan.

»Todo salió bien por lo que recibí el nombramiento de capitán primero otorgado por el general Emiliano Zapata, por haber entrado triunfante con la tropa a Milpa Alta en el mes de junio de 1914 con tan sólo 25 hombres.

»Después del combate llegué al barrio La Luz para cenar en San Lorenzo Tlacoyucan con toda la caballería e infantería, estaba bien llena la casa de un hombre rico del pueblo donde habían como seis o siete mujeres, unas martajando, otras echando tortillas. Les dije: ¡a ver señoras!, aquí tengo estos muchachos para que cenen. Como a la una o las 2 de la mañana cenamos, agarramos tres o cuatro tortillas más para el morral para los cinco o seis días de la semana, hasta encontrar otra casa donde nuevamente nos den de comer.

»Como a las 4 horas o 5 de la mañana nos gritan, ¡ya párense!, ¡ya vámonos por todo el camino viejo de San Lorenzo Tlacoyucan! Fue en el barrio de la Luz donde nos metimos en la primera casa, no nos vieron porque la noche estaba oscura, pero amaneciendo nos agarraron, no nos mataron porque estábamos atrás de las cercas, hasta que nos gritaron por nuestro nombre. ¿Cómo supieron nuestros nombres? (Les pregunté.) ¡Órale!. A ver tú, tal por cual; vengan por sus tortillas y por su cobija… Bueno. Nos gritaron, hasta lo que no.

»Nos sacaron de ahí, nos fuimos hasta donde estaba el terreno de Benigno, a donde le dicen Zacatenco donde estaba un techo, ahí nos fuimos a meter y nos bajamos por donde ahora se encuentra el tanque de agua, ahí nos fuimos a meter, ya llevábamos algo de carga, como unos 25 o 30 tiros, no, digo…»

Por su heroísmo y valentía en pro del agrarismo el capitán primero Marcos Lozada Flores, «La Comisión Pro-Veteranos de la Revolución» y por acuerdo del Presidente Constitucional de la República, la Secretaría de la Defensa Nacional en atención a los servicios prestados a la Revolución, le concedieron la Condecoración al Mérito Revolucionario el día 16 de febrero de 1948, y el 8 de marzo de 1982 la Secretaría de Programación y Presupuesto lo pensiona como Veterano de la Revolución Mexicana.

El capitán muere en su tierra natal el día 3 de marzo del año de 1990 a la edad de 92 años. El capitán primero Marcos Lozano Flores sigue vivo en la memoria de su familia y de los milpaltenses, ejemplo de trabajo, tenacidad, valentía en la defensa de la explotación del campesino y la lucha de un revolucionario agrarista zapatista orgullosamente del barrio La Conchita. ♦

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* Presidente del Consejo de la Crónica de Milpa Alta. Secretario del Consejo de Cronistas Cabildos de la Ciudad de México.

Autor del libro: El Zapatismo en Milpa Alta. Del Chichinautzin al Zócalo. Editorial, Quinto Sol.


[1] El Capitán 1°, Marcos Lozano Flores, nativo del Barrio de la Concepción, Villa Milpa Alta, tuvo como esposa  la señora Cliceria Linares Meza; tuvieron 9 hijos.

[2] El señor Marcos Lozano Flores nació en el Barrio La Conchita, Milpa Alta, el día 25 de abril de 1898.

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