¿Qué será de mí?… y demás desgarriates filosóficos en nuestro mundo
Por Efrén Camacho Campos
Hoy, mientras esperaba la luz verde del semáforo, en uno de los principales cruceros de la bella ciudad de Aguascalientes, vi a un adulto mayor sentado en uno de los escalones que dan acceso a una tienda de ropa para dama, sosteniendo en su mano derecha un cigarro y en la izquierda su celular, probablemente escuchando música o quizá algún noticiero radiofónico de mediodía, con la mirada ausente, viendo al interior de su mente, a cientos de kilómetros de distancia, seguramente revisitando sus años de juventud, sus primeros amores o, quizá, analizando lo que hizo bien o mal durante su vida.
Me impactó gratamente esa estampa y me arrepiento de no haber podido sacar a tiempo mi teléfono, a efecto de capturar la imagen de esta persona, quien en su rostro reflejaba tranquilidad, a pesar de los años a cuestas. Evidentemente, durante el trayecto a casa, no pude evitar retrotraerme a mis propias vivencias, las cuales abandoné intempestivamente cuando en otro semáforo, el conductor del vehículo de atrás pitó desaforadamente, como si en ello se le escapara la vida.

Ya una vez instalado en casa, con una copa de vino de por medio, me aboqué a trasladar esta vivencia en la computadora, con la intención de compartir, como siempre, algo que pudiera resultar de interés para quienes hacen favor de leer Nosotros, revista dirigida desde hace 28 años por el maestro Sergio Rojas.
No hace falta recalcar que todos somos proclives a encerrarnos en nuestro propio mundo, o bien, aislarnos –darnos un tiempo a solas–para reflexionar y tratar de encontrar respuestas a problemas que se nos presentan y definir alternativas de solución. Esto me hizo recordar la etapa preparatoriana, cuando en las lecciones de Filosofía estudiamos a Sócrates y, seguramente, a otros filósofos clásicos de la antigua Grecia, pero en lo particular al que se le considera el padre de la filosofía occidental, cuyo método denominado socrático, «se basaba en hacer preguntas para estimular el pensamiento crítico y la discusión». Estoy cierto que las preguntas torales de ¿quién soy?, ¿a dónde voy?, nunca han perdido vigencia, subsiste el principio que el «conocerse a uno mismo es esencial para una vida virtuosa»; entendiendo la palabra virtuosa, en mi opinión, como los pasos seguros que se van dando a través de nuestras vidas, a efecto de alcanzar, gradualmente, las metas que nos vamos trazando y, en consecuencia, plantearnos otras nuevas que sean medibles, alcanzables, retadoras, en un tiempo determinado y, asimismo, evaluables (característica MARTE).
Es innegable que la idea de vida virtuosa no se refiere a la acumulación de bienes materiales tratando de alcanzar la felicidad, porque bajo esa premisa, nunca la alcanzaríamos. Pienso, para efectos de esos análisis que periódicamente realizamos de manera automática, como se dice de manera coloquial, trazar en el imaginario una línea de tiempo, asentar para cada periodo lo que pretendemos lograr –con las características MARTE–, determinar nuestras fortalezas y debilidades, cuáles recursos disponibles o quiénes pueden ayudarnos a reducir nuestras brechas de conocimiento y, luego entonces, accionar en consecuencia, hasta alcanzar la meta planteada, y así sucesivamente. Siempre hay que partir de nuestra realidad actual para poner en marcha la tensión creativa, a efecto de identificar las nuevas metas. ¡Hasta la próxima! ♦

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