La leyenda de la bruja en Xaltocán continúa atemorizando gente en Xochimilco
Cuando los nativos del barrio de la Asunción, que en una fiesta del mes de junio, que se festejaba en el pueblo de San Pablo Oztotepec –en esa época no existían carreteras como en la actualidad, sino que habían brechas de herradura para poder salir del pueblo de Xochimilco, la salida hacia el sur era solamente por el rumbo de la presa y San Lorenzo Atemoaya; todavía existen dos árboles de esa época que se yerguen a la orilla de lo que queda del río que sale de la presa de San Lucas y que va directamente a la laguna de Xaltocán–, sucedió
Según plática de la señora Felipa Sánchez Aguilar, quien fue vecina del barrio de La Asunción, un día de junio de un año sin precisar, ella y su familia se dirigían a la festividad de San Pablo, y que era de madrugada cuando caminaban por esa brecha. Que daba miedo por la oscuridad y por los árboles tan enormes que existían, cuando de repente escucharon el llanto lastimero de una mujer. Pero como sabían que por esos lugares espantaban las ánimas de la revolución, ellos siguieron su camino sin hacer caso al llanto. Pero fue tan constante que todos decidieron buscar entre la maleza para ayudar a quien se quejaba, pero no encontraban nada. Ya estaba amaneciendo cuando se dieron cuenta que el llanto provenía de lo alto de los árboles, y la mujer que estaba arriba de los árboles les pidió que por favor la bajaran.
Los hombres se subieron a bajar a la mujer, pero cual fue su sorpresa que cuando estaba en el piso de las rodillas hacia abajo no tenía pies; tenía una olla llena de sangre y, también, un brasero junto con una escoba hecha de varas de jarilla, y la mujer se arrastraba por el piso. Les pedía que la llevaran a su casa, pero los presentes decidieron traerla para la presidencia municipal, que en ese entonces era regido por el Prefecto Migonia, y la hicieron presentar a la bruja para que para ese entonces el pueblo ya sabía que habían agarrado a una bruja.
El Prefecto le preguntó:
—¿Qué haces por estos rumbos?
La bruja contestó:
—Me dedico a chupar la sangre a los bebés recién nacidos. Vengo de un pueblo de Morelos.
El amanecer le había ganado, por eso el poder de volar se le había acabado quedando varada en lo alto de los árboles. Les suplicó que fueran por sus piernas, que estaban en la cocina de su casa. Los hombres del pueblo fueron hasta la casa de la bruja, al llegar tocaron a la puerta y después salió un señor que dijo ser su esposo. Le dijeron que su señora estaba detenida en la cárcel de Xochimilco, que les diera permiso de pasar a su cocina porque en el Tlecuil, la bruja les había dicho que por favor no le quitaran la ceniza que tenían los muñones de sus piernas y con cuidado las envolvieran con una manta para traerlas a Xochimilco.
Acompañados del esposo llegaron ante el Prefecto, con asombro se dieron cuenta que la bruja le quitó la ceniza que tenía los muñones, así como la ceniza que ella también tenía en las piernas, ante sus ojos se pegó las dos piernas.
El Prefecto le preguntó al esposo:
—¿Qué tú no sabías lo que hace tu esposa?
Aquel respondió:
—No, yo ignoraba todo esto que me dicen, lo único que sé es que yo siempre cuando me acuesto a dormir caigo en un sueño muy profundo.
El Prefecto enseñó la olla, la cual contenía sangre humana.
La bruja salió libre, pues no había delito qué perseguir, y tuvo que huir de noche con su esposo porque el pueblo de Xochimilco la quería quemar. ♦

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