Las icónicas ilustraciones de los otrora famosos calendarios de fin de año
Por Efrén Camacho Campos
Seguramente muchos de los lectores de la revista Nosotros recordarán que hace muchos años, precisamente durante las épocas decembrinas, los marchantes obsequiaban, como un reconocimiento a la lealtad de sus clientes, sendos calendarios, donde cada uno de ellos se componía de una magnífica ilustración, así como de hojas desprendibles en las que se apreciaba el mes del año en curso y que al final del periodo ésta se desprendía para dar paso al siguiente mes del año –en algunos casos, cada hoja contenía dos y hasta tres meses–.
Recuerdo este ritual anual como si lo estuviera viviendo en este momento, a diferencia que tal vez durante mi infancia lo considerara algo trivial; es decir, en desconocimiento de la importancia del regalo que se nos hacía, porque no solamente era la posibilidad de saber en qué mes y día estábamos viviendo, sino también conocer fechas relevantes de nuestra historia –la efeméride del día a día–, pero también la posibilidad de anotar eventos propios de las familias, como son los cumpleaños, las citas médicas, los cuales generalmente, con el trajín y preocupaciones diarias, muchas veces olvidábamos. Ahora, dicen los jóvenes que el Facebook cumple esta función de avisarte cuando los amigos y familiares cumplen años, luego entonces me pregunto, ¿qué pasa cuando no tenemos celular y mucho menos acceso a las redes sociales?, seguramente nos señalarán de desmemoriados, irreverentes o algo parecido.
De un tiempo a la fecha, como inicia una canción de Joan Sebastián, por alguna razón desconocida, esta usanza se ha abandonado, si bien hay grandes negocios que conservan dicha tradición, los calendarios que se obsequian hoy en día tienen un diseño diferente, más moderno dicen los que saben, generalmente contienen fotografías de los productos que comercializan y, luego entonces, me pregunto dónde quedaron aquellas bellas imágenes que contenían los calendarios de mi época, pero sobre todo me cuestiono quién o quiénes eran los artistas que nos deleitaron con sus obras tan ampliamente difundidas entre la población, por el simple hecho de que cada negociación o puestos de los mercados, regalaban dichos calendarios, que seguramente despertaron, en más de un caso, entre la niñez de esa época, la ilusión de un día convertirse en artistas plásticos, tal vez llegar a ser grandes pintores, al más puro estilo de los connotados muralistas mexicanos: Dr. Atl, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Saturnino Herrán, Aurora Reyes, María Izquierdo, Helena Huerta, Rina Lazo, Fanny Rabel, o pintora de caballete como Frida Kahlo,y tantos otros más.
Volviendo al foco de los antiguos calendarios, viene a mi mente uno especialmente icónico sobre la leyenda del Popocatépetl e Iztaccíhuatl, pintura que sintetiza «una conmovedora historia de amor entre una princesa y un guerrero, que se convierte en la razón de la existencia de estos majestuosos volcanes en México». Imagen que, en ese tiempo observé de manera embelesada, simplemente disfrutándola, pero nunca preguntándome sobre el autor de esta pintura y seguramente de muchas otras tantas.
Pues resulta que este retrotraimiento de mi parte, viene a colación debido a que pedí mi calendario al dueño de la frutería donde habitualmente compro algunos comestibles, se mostró extrañado ante mi petición, argumentando que este año no mandó a hacer, pero que la próxima temporada si me tendría uno. Esta situación me impulsó, después de limpiar los frijoles, a investigar en la autopista de la información, sobre el autor o autores de estas incomparables pinturas que conocimos por los distintos calendarios que en mi caso y seguramente en el de muchas otras personas, los marchantes les regalaban a las mamás cuando las acompañábamos a hacer las compras al mercado, a efecto de ayudarlas a cargar las bolsas del mandado… ¡verdad que sí!
El principal resultado de mi búsqueda se enfocó en Jesús Enrique Emilio de la Helguera Espinosa (1910-1971), de quien se indica que fue un «destacado pintor e ilustrador mexicano muy famoso por sus imágenes románticas y nacionalistas, difundidas en calendarios populares durante el siglo XX».

«Las obras de Jesús Helguera exaltan paisajes, tradiciones y personajes históricos, creando una visión romántica y heroica del país. Fue conocido como el pintor de los calendarios, ya que sus imágenes se imprimieron masivamente y llegaron a millones de hogares. Su estilo mezcla academicismo europeo con un fuerte nacionalismo mexicano y sus temas recurrentes consisten en escenas prehispánicas y mitológicas (como la leyenda de los volcanes); mujeres idealizadas, representadas como símbolos de belleza y mexicanidad, así como paisajes rurales y escenas históricas».
Estoy seguro que la difusión de su obra, a través de los mencionados calendarios, tan populares durante el siglo pasado y que ocupaban un lugar privilegiado en todos los hogares, ya fuera la pared de la cocina o en la sala, es de suma importancia cultural, que como ya mencioné líneas arriba, seguramente varios niños de aquella época ahora pueden ser unos destacados artistas plásticos.
A continuación, una pequeña muestra de las obras de Jesús Helguera, el «pintor que inmortalizó un México romántico y mítico en sus calendarios.




Ahora sí, ¡Hasta la próxima! ♦

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