Graniceros comienzan en mayo los ritos para la propiciación de la lluvia

• De acuerdo con el doctor Stanislaw Iwaniszewsky, existe quienes son «tocados por el rayo», los «llamados» a través del sueño o, bien, por la cercanía con un «claclasqui»

Es en el mes de mayo cuando comienzan los rituales de los «graniceros» para la propiciación de lluvia. Entre rezos, alabanzas y ofrendas a los «dueños del agua», esta organización acude a sus templos ubicados en las altas cumbres del Altiplano central mexicano para recordar el nexo entre naturaleza y divinidad, y una «correcta petición» puede dar buen cauce al ciclo agrícola.

Pero, ¿cómo es elegido un ahuizote o tlamatine?

Una de las señales para ser «llamado» como granicero es bastante sui generis, pues deben ser personas a las cuales les haya tocado una gran descarga eléctrica por medio de un rayo. Sin embargo, también existen quienes son predestinados a través de los sueños o por la cercanía con un claclasqui.

De acuerdo con estudios del doctor Stanislaw Iwaniszewsky, estos grupos en poblados aledaños a las elevaciones del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, ejemplifican esta adhesión a una práctica que refleja el sincretismo entre la tradición mesoamericana y el culto católico.

«Don Lucio, una persona que me ha referido su ingreso, fue tocado por el rayo, observó una centella que iba en dirección suya y al pisarla quedó inconsciente. Después comenzó a sufrir dolores hasta que finalmente acudió con un curandero (el que a su vez fue designado ‘desde arriba’), quien le invitó a trabajar con ellos; de no hacerlo los chaneques o duendes le iban a molestar.

»En la categoría onírica, Don Goyo se presenta como una visión; es la encarnación del espíritu del volcán. A quienes se le ha presentado lo describen como un hombre indígena de cuerpo espigado, vestido de blanco y con pies descalzos, en los sueños él les pide que le den de comer y así lo hacen».

Estos grupos en poblados aledaños a las elevaciones del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, ejemplifican la adhesión a una práctica que refleja el sincretismo entre la tradición mesoamericana y el culto católico

En el caso de los allegados a los «tocados por el rayo», está el ejemplo de don Antonio de Santiago Xalitzintla, en Puebla; él nunca se sintió «llamado», por lo que se mudó a la Ciudad de México en busca de trabajo, hasta que en 1994 con las exhalaciones del volcán, fue buscado por la gente del pueblo, pues creían que él estaba marcado como hijo de «granicero».

Luego de ser reconocido como «granicero», explicó Iwaniszewsky –quien ha sido presidente de la Sociedad Europa para la Astronomía en la Cultura y presidente de la Sociedad Internacional para la Arqueastronomía y la Astronomía Cultural– los «viejos» de la cofradía a la que se pertenezca designan al nuevo miembro del templo.

Estos lugares se hallan distribuidos en distintos abrigos rocosos, siendo el más importante en el Iztaccíhuatl, a 3 mil 200 metros sobre el nivel de mar, la «Cueva de los brujos» o Alcalica.

Acerca del inicio del ceremonial para la petición de lluvia, Moisés Vega Mendoza, granicero de Amecameca, estado de México, comentó que éste se da a partir del primero de mayo, pero antes de ingresar a los distintos templos debe pedirse permiso en la «Piedra del Conejo», un acto que no puede pasarse de largo.

Sin embargo, dijo, los malentendidos con otros grupos de «graniceros» ha provocado la exclusión de algunos para realizar estos actos en Alcalica, espacio ritual que se remonta a los tiempos prehispánicos. En ella se observa una gran cruz al pie de la cual se detectan múltiples ofrendas de cerámica, flores de papel y comida.

«Alcalica es el más fuerte y junto con Coronilla, Macuileca y la cueva del Señor de Sacromonte –en donde se adoraba antiguamente a la diosa Chalchiuhtlicue–, forman una cruz, son puntos de gran energía para pedir agua.

»Desgraciadamente se ha perdido la costumbre de hablarle a las montañas en su idioma, en mexicano. Don Cheto, nuestro claclasqui, es el único que lo hace. No se trata de ir, rezar, ofrendar y después ponerse a bailar y a tomar, por eso las cosas no salen bien.

El inicio del ceremonial para la petición de lluvia se da a partir del primero de mayo

»Cada lugar tiene sus particularidades para trabajar, aquí no usamos el algodón, pero en Santiago Xalitzintla y Tetela del Volcán, sí. Nosotros utilizamos las jícaras donde cae el agua a través de los recovecos de los abrigos rocosos, también las canicas y las ‘galletas nevadas’. En otras partes echan mano de los toritos de barro y les ponen un pequeño abrevadero de agua».

Un buen «granicero» o «tiempero» –señaló Moisés Vega– tiene la facultad de atajar el granizo, de curar a otras personas y alejar el mal tiempo de los campos de cultivo, poderes que tienen como base el ver e interpretar el oráculo de la luna. Otros fenómenos, por ejemplo el arcoíris, también se añaden a estas prácticas.

«Así es. Mi abuela trabajaba el arcoíris y gracias a ello yo me convencí del trabajo del ‘granicero’. Cuando era niño, mi abuela me alivió de los mezquinos (un mal de la piel) cantando al arcoíris en mexicano y macerando agua con cal, la que después me untó en el cuerpo, después de eso no volví a padecerlos.

»Al pasar el tiempo, don Cheto y los viejitos me empezaron a hablar de mi abuela y dijeron que era necesario que yo me coronara en el templo que fue de ella, de esa manera me introduje más en lo ritual».

Si bien la bienvenida al nuevo ciclo agrícola lo marca el mes de mayo, sobre todo con la celebración del día de la Santa Cruz , la otra gran festividad relacionada con la agricultura se da a inicios de noviembre, en éste mes se cierra el temporal con los agradecimientos por una buena cosecha. ♦

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