El Señorío Chalca, se rebeló a intentos de conquista de mexicas
Por Manuel Garcés Jiménez | Revista Nosotros, Núm. 87 | Diciembre de 2005
Desde la antigüedad, lo que ahora es el municipio de Chalco y la delegación Tláhuac estuvieron unidos por lo que fue el Lago de Chalco, donde emerge el mítico volcán Xico –ombligo– a un costado del pueblo de San Martín Xico, sitio que corresponde a las inmediaciones de lo que hoy conocemos como Valle de Chalco. En esa área fueron localizados 50 enterramientos pertenecientes a la fase Azteca I (1100-1200 d.C.) y pinturas que datan de la fase Coyotlatelco (650-750 d.C.). Vestigios arqueológicos que revelarán en cierta medida la identidad del hombre que habitó la parte oriente de nuestro Valle de México.
El Señorío Chalca pasó a formar parte del dominio del quinto Tlatoani y señorío de la Gran Tenochtitlan. Los Chalcas tienen una historia singular: fueron gente profundamente orgullosa y de espíritu siempre inquieto, jamás aceptaron ser conquistados, rebelándose constantemente al sometimiento mexica. De esto se desprende una enorme cantidad de historia, tradiciones, mitos y leyendas que le dan rostro propio a sus habitantes.
El municipio chalquense, de raíces prehispánicas, proviene del Gran Señorío Chalca, que floreciera «en el borde del lago», de ahí su nombre actual: challi, borde del lago, y co, lugar, rememorando la zona ribereña donde se localizaba con buena cantidad de agua de manantial que variaba de los dos a dos y medio metros de profundidad, zona desecada a fines del siglo XIX por el hacendado Íñigo Noriega, dando lugar al surgimiento de poblaciones y regiones como Zumpango, Xaltocan, San Cristóbal, Texcoco, Xochimilco y el propio Chalco.

Durante el festival cultural del Gran Señorío Chalca, el visitante pudo admirar la enorme iglesia construida a fines del siglo XVI, dedicada al señor Santiago Apóstol, la cual fue terminada en 1585. La fachada es excepcional, pues data del año de 1780. En ella aparece en lo alto la Virgen María con una fecha que señala el 12 de diciembre de 1937, y en la parte de abajo se observa el cordón franciscano que envuelve a una imagen finamente tallada en cantera y que representa al señor Santiago, patrono de España.
Otro de los atractivos para el paseante fue la Casa de San Fernando, conocida actualmente como la «Casa Colorada», construida posiblemente en el siglo XVI (1532), vetusto inmueble que se encuentra sobre la avenida Cuauhtémoc (a dos cuadras de la citada iglesia), rumbo a la Ciudad de México. Cual sea su origen no deja de ser interesante por sus enormes y grotescos muros de piedra labrada, tezontle y viguería de madera, que le dan una majestuosidad singular al municipio chalquense, y que estuvo ubicada originalmente muy cerca del embarcadero del extinto lago de Chalco.

En Los bandidos de Río Frío, de Manuel Payno, encontramos interesantes datos de esa casona: «Era una gran casa vieja que debió haber pertenecido a alguno de esos españoles ricos que querían tener su casa cerca de sus haciendas. La Casa Colorada era un almacén de productos de tierra caliente, embarcadero y troje; tenía cuatro muelles donde atracaban las trajineras que llevaban verduras y semillas junto con otros productos de la región hasta la Ciudad de México».
«La casa tiene un zaguán alto, coronado con un tímpano romano y una pesada cornisa de ladrillo; encima de la cornisa un santo de piedra de una sola pieza que decían ser de San Dimas o San José. Al lado de la puerta, cuatro ventanas altas con sus medias muestras y sus tímpanos sobre las cenizas; pesadas rejas de fierro, bastidores sin vidrio y puertas de cedro tallados en cuadros entrantes y salientes. Abriendo el zaguán se penetraba a un gran patio con corredores de cuatro varas de ancho, sosteniendo sus techos columnas de piedra de una sola pieza». ♦


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