El movimiento revolucionario de 1910 y las haciendas de Chalco

• El sistema de haciendas comenzó a fines del siglo XVI y comienzos del XVII, cuando el sistema español empieza a ser la economía central de México

Por Manuel Garcés Jiménez | Revista Nosotros, Núm. 56 | Enero de 2003

Con motivo de un aniversario más de la gesta revolucionaria es común ver en la televisión películas alusivas al tema con actores y actrices bien alimentados que no reflejan la realidad del momento, pero además con mucha imaginación de los directores, por lo que es preferible adentrarse en el tema con las novelas de la Revolución Mexicana como La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán, o los testimonios de los abuelos, que si bien no eran entonces mas que unos niños, escucharon las pláticas de sus padres que sí anduvieron en «la bola».

Los abuelos de Milpa Alta recuerdan que en los albores de la Revolución la pobreza era el común entre el campesinado que vivía en rudimentarias viviendas con paredes de adobe cubiertas con zacate, puertas de varas secas de nombre chinamil, donde por las noches se iluminaban con velas o mechones alimentados con petróleo. En calles y callejones no había banquetas ni asfalto, sólo tierra suelta donde los terregales se levantaban en época de sequía. Los caminos que unían los poblados  estaban cubiertos de empedrados, además de las veredas por las que se llegaba a los campos de cultivo.

En los poblados de la zona lacustre la comunicación se hacía a través de canoas sobre los apantles para ir de una chinampa a otra.

Cuentan los abuelos que después del movimiento revolucionario las frágiles viviendas fueron destruidas, hubo que reconstruirlas con adobes y tejamaniles, las iglesias también fueron dañadas, algunas fueron tomadas como cuarteles por los carrancistas y saqueadas, por lo que se hizo realidad aquello de «a río revuelto, ganancia de pescadores».

Al respecto, la señora Faustina León, de San Salvador Cuauhtenco, con casi cien años de edad, dice que durante la Revolución un día llegó la tropa de carrancistas. «La gente asustada corrió a esconderse entre lo espeso del monte, luego de ahí se iban al estado de Morelos. Se carecía de todo, menos de ingenio, para alumbrarse se quemaba el ocote y leña. En temporada de lluvia el agua se captaba de las anchas pencas de los magueyes. Si no había agua se tomaba pulque. Niños o adultos tomaban pulque. La alimentación se componía de quelites, hongos, frijol, papa, haba y maíz. Para esto los hombres y mujeres llevaban a cuestas los metates y las ollas para poder cocinar entre el espero bosque».

El señor Marciano Jiménez, de 80 años de edad, dice que la Revolución empezó en las haciendas cuyos dueños eran españoles y se daba mal trato a los peones mexicanos. «Por eso fue que Emiliano Zapata se sublevó en Morelos, y cuando los pelones (carrancistas) llegaban a los pueblos la gente corría a esconderse en los sótanos».

Julio López Chávez en Chalco

Como antecedente de la gesta armada en Chalco se tiene la rebelión indígena que encabezó Julio López Chávez, ahí los campesinos respondieron a su llamado: «Queremos tierra, queremos trabajo, queremos libertad. ¡Viva el socialismo! ¡Viva la libertad!»

Sin embargo, la rebelión campesina de Julio López Chávez fue efímera, apenas de 1867 a 1868, pero dejó huella tanto a nivel local como nacional. Por lo que para Gastón García Cantú, Manuel Díaz R., y John Hart, este movimiento fue el precursor de lo que 40 años después sería el zapatismo.

El movimiento de Julio López Chávez fue sofocado con su fusilamiento acaecido el nueve de julio de 1868. Años después florecieron los ideales de este hombre que involucró a campesinos de la región, sobre todo con el general Antonio Beltrán, nativo del poblado de Ayotzingo.

La hacienda, eje central de la economía

El sistema de haciendas comenzó a fines del siglo XVI y comienzos del XVII, cuando el sistema español empieza a ser la economía central de México. La hacienda se consolida y comienza su expansión territorial basada principalmente sobre tierras comunales, al asegurar la mano de obra para lograr autosuficiencia, mediante el cultivo de uno o dos productos para el mercado local, lo que despertó aún más el deseo de poseer tierra y poder entre los hacendados, dueños de trabajadores, a quienes les imponían castigos o los perseguían y encarcelaban por el dominio y autoridad que ejercían a través de la iglesia o la tienda de raya donde el peón se endeudaba de por vida.

Haciendas de Chalco

Las portentosas haciendas en Chalco fueron las de San Juan de Dios, con 877 hectáreas: la de Asunción del Monte con 114 hectáreas y 706 hectáreas de monte: la hac9ienda de San José Axalco con 101 hectáreas y 32 de caballerías, y la hacienda de Xico con 5 mil hectáreas. Además se encontraban la hacienda de la Compañía, la del Moral, la Guadalupe Tlapala y la de Miraflores.

Hacienda Santa Fe en Tetelco

En las inmediaciones del estado de México y la delegación Milpa Alta se encontraba la hacienda de Santa Fe, cuyo casco aún se puede observar en la parte sur de la entrada del pueblo de Tetelco, delegación Tláhuac, la cual tenía una superficie de mil 562 hectáreas.

Luego del movimiento revolucionario 514 hectáreas pasaron directamente a formar parte de los ejidos de Tetelco y Tecómitl, así como de San Juan Tezompa, en el estado de México. ♦

Portada número 56 de la Revista Nosotros de enero de 2003

Deja un comentario