La Parroquia de San Francisco de Asís, en el pueblo de Tlaltenco

• Es una construcción franciscana del siglo XVI de una sola nave con modificaciones en los siglos XVII-XVIII y alteraciones en siglos XIX y XX

Por Rogelio Retana Velázquez

La parroquia de San Francisco de Asís es construcción franciscana del siglo XVI de una sola nave con modificaciones en los siglos XVII-XVIII y alteraciones en los siglos XIX-XX, sin duda el movimiento histórico y artístico más importante de Tlaltenco.

Originalmente fue iglesia de visita del convento de San Pedro Apóstol en Tláhuac, cuando estaba a cargo de franciscanos, antes de ser éste cedido a los dominicos. La barda atrial original fue sustituida y demolidas las cuatro capillas pozas que había en las esquinas, en lo que ahora funge como salón parroquial aún quedan portales que sugieren un Patio Claustral que funcionó como escuela. El atrio dejó de ser el panteón hasta las primeras décadas del siglo XX.

La portada es muy sencilla, un par de pilastras flanquean la entrada que tiene terminación en forma de arco mixtilíneo con un doble cornisamiento rematado por un frontón recto roto, sobre el cual hay un óculo de forma tetra lobulada para dar luz al coro.

De las dos torres con que cuenta, la del lado norte que funciona como campanario, posiblemente haya sido construida a finales del siglo XVII o principios del XVIII, en cambio la del lado sur fue edificada en 1913 para alojar al gran reloj que desde entonces y hasta la fecha sigue funcionando.

El reloj fue un regalo del ya referido anteriormente, el padre Juan Mancilla, mismo que cuando estalló la revolución estuvo muy preocupado de que los revolucionarios lo fueran a robar; sin embargo, el reloj fue respetado.

La puerta de entrada es de madera armada y tiene en la parte superior en relieve las figuras de San Francisco y Santo Domingo y en la parte inferior otras dos que se deduce puede tratarse de santos franciscanos, pero que por su deteriorado estado resultan difíciles de identificar.

Se conserva la pila bautismal así como las pilas que están empotradas a las pilastras laterales, todas del siglo XVI, hechas en piedra basáltica con evidente decoración de mano indígena con influencia prehispánica, en la base de otra de las pilastras fueron depositados los restos del padre Mancilla.

Al inicio de la nave, del lado izquierdo, se encontraba el baptisterio, y una pequeña capillita del lado derecho llamada «recinto del dolor», donde se encuentran las imágenes de los pasajes de la Semana Santa, particularmente interesante es la que corresponde al Sepulcro Santo, también llamada Santo Entierro.

Aunque su interior fue objeto de una remodelación en los años sesenta, ésta no fue tan desafortunada, pues las yeserías ornamentales que le fueron agregadas dan cierta sensación de pretender ser una especie de estilo neobarroco, presente incluso en los pinjantes para los candiles, además de tener unas pechinas de los cuatro evangelistas de muy buena factura y un relieve en el techo del sotacoro del cordero con los siete sellos.

A lo largo de la nave se encuentran seis nichos, tres de cada lado y hasta hace sólo algunos años, los del lado izquierdo alojaban las imágenes femeninas –de la Virgen– y los del lado derecho las masculinas –de Cristo–, en los medios puntos laterales de la mitad de la nave hay un par de pinturas contemporáneas, pero que afortunadamente armonizan con el concepto; del lado izquierdo aparece San Francisco predicando a las aves y del lado derecho nuevamente el Santo de Asís, pero con el paisaje de Tlaltenco al fondo, donde se aprecian los cerros, el arco y los canales de la Ciénega chinampera.

En el interior de la cúpula octogonal sobre tambor, está pintado San Francisco de Asís intentando reproducir el tema del pintor español Bartolomé Esteban Murillo (Cristo desclavado de uno de sus brazos de la Cruz, abrazándole), combinándose con el tipo de paisajes panorámicos desde las alturas que manejó el pintor jalisciense Gerardo Murillo, el Dr. Atl, producto de una restauración dirigida por otro pintor vecino de Tlaltenco, Francisco Torres Estrada.

Su atractivo principal lo constituye el retablo barroco de estilo estípite del siglo XVIII, en el cual hay pinturas (Cristo con cáliz, San Joaquín y Santa Ana en la predela y una Virgen apocalíptica en el remate) y esculturas del siglo XVIII que representan a santos fundadores de órdenes religiosas (San Francisco de Asís, Santo Domingo de Guzmán, San Agustín de Hipona, San Ignacio de Loyola y una última de la cual existe la polémica de si se trata de San Felipe Neri, fundador de los oratorianos o filipenses, o de San Benito de Nursia, fundador de los benedictinos, la primer orden religiosa fundada, o bien de San Juan Nepomuceno, el santo patrón de los sacerdotes.

Cuenta también con enormes pinturas murales del siglo XVII (considerado el siglo de oro de la pintura novohispana) como son el «Milagro del Tepeyac», «Un calvario deteriorado», y otra del siglo XVIII de San Francisco de Asís rodeado con pequeños recuadros con escenas de su vida, mismos que estuvieron a los lados del retablo y ahora se encuentran en 4espacios interiores del conjunto eclesial.

Al pasar a admirar dichos cuadros no puede dejar de notarse los desniveles existentes que ponen de manifiesto que el templo cristiano seguramente fue edificado sobre algún teocalli prehispánico, pues incluso desde el exterior pueden observarse cuando menos un par de piedras prehispánicas labradas empotradas en las paredes de la iglesia. Saliendo del atrio de la Parroquia de San Francisco y tomando la calle del lado derecho se llega a la Capilla del Calvario. ♦

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