Tecómitl, historia de un ejido en peligro de extinción

• En 1922 vecinos solicitaron al gobernador del DF les dotara de tierras por ser agricultores y carecer de recursos

Por Manuel Garcés Jiménez | Revista Nosotros, Núm. 131 | Febrero de 2009

«Malditos los que defienden al pueblo con palabra

y lo traicionan con sus hechos»

Benito Juárez

San Antonio Tecómitl desde su fundación nació como pueblo y ha conservado su modalidad histórica hasta la actualidad; en la etapa del México posrevolucionario fue dotado de tierra agrícola de dos grandes zonas denominadas «El Monte» y «La Ampliación». Por tanto, lo que se cree como zona urbana siempre se le ha considerado como propiedad privada cuyos propietarios se han amparado con documentos denominados «primordiales» timbrados y con sello avalados por un Juez de Paz.

Tecómitl fue fundado por una de las siete tribus capitaneadas por Hueyitlahuilanqui que se asentaron en 1409[1]. Actualmente es uno de los doce poblados que integran la delegación Milpa Alta manteniendo su organización ancestral a través de calpullis dirigidos a los cuatro vientos, hoy conocidos como barrios, conservando su nombre en náhuatl: Cruztitla, Xochitepetl, Xaltipac y Tenantitla.

A la llegada de los frailes franciscanos erigieron la Cruz Arial, símbolo de la cristianización, precisamente frente al convento establecido a finales del siglo XVI[2], en honor a San Antonio de Padua, doctor de la iglesia católica, actualmente considerado el santo patrono del pueblo[3]. Durante la Colonia se realiza la traza del pueblo con calles paralelas que convergen al centro de la plazoleta, hoy Plaza de la Corregidora y ex convento. Después del levantamiento revolucionario el insigne profesor Quintil Villanueva Ramos es quien actualiza la nomenclatura de los héroes de nuestra Independencia.

Durante la época prehispánica cada calpulli mantenía sus tierras de propiedad comunal denominada calpullalli, destinados al usufructo de los miembros del calpulli, al pago de tributos del mismo y al arrendamiento para solventar las necesidades públicas. El caso de Tecómitl no sería la excepción por tener estos cuatro calpullis, organizaciones características de los pueblos de la época prehispánica, hoy denominados pueblos originarios.

La conquista española

Con la conquista española la propiedad de la tierra sufrió enormes cambios, de tal modo que se llega el régimen de propiedad privada, y muchos años después logran los habitantes la dotación de dos grandes proporciones de zonas ejidales denominadas: «El Monte» y «La Ampliación», como más adelante veremos.

La historia de la propiedad de la tierra va concatenada con el descubrimiento del nuevo continente y con la conquista de la cultura mexica que dio origen a la Nueva España, hechos que indudablemente se le atribuyen a la corona española, pero sostenida con dinero de particulares. Al respecto, conviene recordar que la Real Cédula del 13 de julio de 1573 disponía que ningún descubrimiento se hiciese a costa de la Corona; y la Cédula anterior de 1542, mandaba se retribuyese a los capitanes y tropa con los productos de los territorios conquistados[4].

De acuerdo con las disposiciones dictadas por el rey de España, la propiedad agraria de la Colonia se dividía en tres categorías: 1. La propiedad privada de los elementos militares del ejército conquistador y la de los españoles que vinieron después de consumada la conquista. 2. La propiedad eclesiástica destinada a la iglesia y a la clase sacerdotal. 3. La propiedad de los pueblos indígenas, adjudicada a ellos mediante la Cédula y disposiciones de la Corona.

Surge el ejido

La propiedad que se venía manteniendo durante la época anterior a la conquista sufrió trascendentales modificaciones al posicionarse los peninsulares del territorio nacional, de esta manera surge el ejido.

La palabra ejido viene del latín exitus, que significa fuera de la población.

En la Colonia, «el ejido comprendía tierras ubicadas fuera de la población, suficientes para que los pobladores, trabajándolas, pudiesen vivir de sus productos. Debía comprender también los montes necesarios, para que de ellos, los indios se surtieran de leña y madera para sus usos habitacionales, así como del agua necesaria tanto para el riego de las tierras de trabajo como para su uso personal y de sus ganados»[5].

La propiedad agraria que existe desde la época de la Colonia, misma que se ha conservado a través de la historia, la divide en cuatro clases: 1. El ejido. 2. El fondo legal. 3. Los terrenos propios y, 4. Los terrenos de común repartimiento.

En el caso del ejido, tuvo su origen en la orden del 1 de diciembre de 1573 y en la Real Cédula del 20 de noviembre de 1598. Las características del naciente ejido fueron modificaciones, mismas que las del calpulli, o sea, la comunidad en propiedad y trabajo, y la inalienabilidad de la tierra, teniendo solamente el pueblo derecho al usufructo[6].

La segunda clase de propiedad que creó la Colonia fue el fundo legal de los pueblos, es decir, el lugar donde debían construirse las casas de los pobladores.

Una orden del rey Carlos V del año de 1546, resolvía que «los indios fuesen reducidos a pueblos y no vivieran divididos por las sierras y montes».

Diversas disposiciones fueron expedidas por la corona de España, señalaron en definitiva 600 varas, a partir de la iglesia y a los cuatro vientos, lo que debía ser el fundo legal destinado para que se levantaran los hogares de los indios, debiendo dicho terreno ser inalienable, ya que su propiedad correspondía al pueblo[7].

A escasos 300 años de coloniaje se suscitaron una serie de abusos con los habitantes de los pueblos por los representantes de la corona de España, lo que fue provocando poco a poco un gran malestar entre los indígenas, principalmente entre criollos y mestizos, quienes incitaron a sumarse en los primeros movimientos de independencia; 100 años después surge el estallamiento de la Revolución.

Otro capítulo de nuestra historia fue el gobierno de Porfirio Díaz por más de 30 años[8], y se caracterizó por el abuso en el acaparamiento de tierras en manos de los hacendados. Al respecto, recordamos a uno de los grandes hombres que lucharon por la dotación de la tierra de los mexicanos, Luis Cabrera, quien pronuncia su discurso respecto a la restitución de los ejidos de los pueblos en la cámara de diputados el tres de diciembre de 1912, cuando dice que «la hacienda, tal como la encontramos de 15 años a esta parte en la Mesa Central, tiene dos clases de sirvientes o jornaleros: el peón de año y el peón de tarea. El peón de año es el peón ‘acasillado’, como generalmente se dice, que goza de ciertos privilegios sobre cualquier peón extraño, con la condición de que ‘se acasille’, de que se establezca y traiga su familia a vivir en el casco de la hacienda y permanezca al servicio de ella por todo el año. El peón de tarea es el que ocasionalmente, con motivo de la siembra o con motivo de la cosecha, viene a prestar sus servicios a la finca»[9].

«El peón de año tiene el salario más insignificante que puede tener una bestia humana; tiene un salario inferior al que necesita para su sostenimiento, inferior todavía a lo que se necesita para la manutención de una buena mula. ¿Por qué existe ese salario? ¿Teóricamente es posible que un hombre viva con ese salario? Pues no es posible que viva con ese salario, pero el salario existe en estas condiciones de inferioridad…»[10].

Entre 1880 y 1910 sólo se expidieron dos ordenamientos: el decreto sobre Colonización y compañías deslindadoras en 1883, y la ley sobre Ocupación y enajenación de terrenos baldíos de 1893. El problema agrario se consideraba legalmente resuelto. Pero el acaparamiento de la tierra y, con ello, de la riqueza, frustraba las aspiraciones de libertad y justicia de los campesinos[11]. Con esto se estaba gestando la gran movilización agraria de nuestros campesinos incluyendo los hombres de los pueblos de Milpa Alta.

El movimiento zapatista

La vida de los habitantes de Tecómitl estuvo infamemente bajo el yugo de los hacendados, sobre todo de las haciendas vecinas propiedad de Iñigo Noriega en San Miguel Xico y de la hacienda de Santa fe de los Ahuehuetes que se localizaba en San Nicolás Tetelco, por el cual a la voz del general Emiliano Zapata se le unen para lograr su libertad y un pedazo de tierra para subsistir.

Al respecto, Luz Jiménez, nativa de Milpa Alta, decía lo siguiente: «…un día llegó un gran señor Zapata de Morelos. Y se distinguía por su buen traje. Traía sombrero ancho, polainas y fue el primer gran hombre que nos habló en mexicano (náhuatl). Cuando todos estos hombres entraron a Milpa Alta se entendía lo que decían. El señor Zapata se puso al frente de sus hombres y así le habló a toda la gente de Milpa Alta: ‘¡Júntense conmigo! Yo me levanté; me levanté en armas y traigo a mis paisanos. Porque ya no queremos que nuestro padre Díaz nos cuide. Queremos un presidente mejor. Levántense con nosotros porque no nos gusta lo que nos pagan los ricos. No nos basta para comer ni para vestirnos. También quiero que toda la gente tenga su terreno, así lo sembrará y cosechará maíz, frijolitos y otras semillas. ¿Qué dicen ustedes? ¿Se juntan con nosotros?’ No hubo quién contestara. Y pasaron los días. Establecieron el cuartel de Zapata y de Everardo González. Este señor se quedó aquí en Milpa Alta (…) mandaba a todo el pueblo para que todos regalaran tortillas, agua y comida para los animales. Y tenía cada barrio que llevarla al cuartel. Todos obedecían»[12].

Para conocer un poco más de la Revolución en Milpa Alta, es necesario hablar sin ambigüedades del zapatismo. En la obra Capitalismo y reforma agraria en México, de Michel Gutelman, se dice: «No hay que engañarse: la revolución mexicana, lejos de ser un alzamiento general y unánime, fue más bien un asunto de ejércitos privados y bandas campesinas, sin coordinación entre ellos y, la mayoría de las veces, contrapuestos entre sí. Todos los dirigentes de alcance nacional se dedicaron a unificarlos bajo la férula de la gran burguesía, a la cual nunca se le arrebató realmente el aparato del Estado»[13].

Los pueblos del sureste, geográficamente vecinos del estado de Morelos, participaron decididamente al lado del general Emiliano Zapata, de tal manera que cuando Victoriano Huerta decide atacar esa entidad, el 22 de octubre de 1911 Zapata ocupa Topilejo, Tulyehualco, Nativitas y San Mateo[14], y la noche del 23 atacaron Milpa Alta, y por esta acción se intensificaron los ataques de la prensa mercenaria contra el líder revolucionario llamándolo el moderno «Atila del Sur»[15].

El Plan de Ayala y su ratificación en Oztotepec

Lo más trascendental para el zapatismo fue el pronunciamiento del Plan de Ayala firmado en el poblado de Ayoxustla, Puebla, el 28 de noviembre de 1911, por el que se debía normar toda transformación agraria. Al respecto, el Diario del Hogar hizo un doble tiro ese día, y tuvo que hacer otro extraordinario para satisfacer las demandas de toda la República. Ningún otro periódico quiso publicar (el Plan) por su radicalismo[16].

Hay autores que aseguran que le enseñaron el Plan a Madero antes de ser publicado, y después de leerlo dijo: «Publíquenlo para que la gente conozca a ese loco de Zapata»[17].

Para los milpaltenses es de gran significación que dicho Plan fuera ratificado el 19 de julio de 1914 en el poblado de San Pablo Oztotepec, donde se comprometían los zapatistas a defender tres obligaciones específicas aún a costa de su sangre y de su vida.

Los revolucionarios de Tecómitl

El general Zapata estuvo en varias ocasiones en Tecómitl donde pernoctó en olo que fuera la tienda propiedad del señor Rafael Medina (en la esquina de 5 de Mayo e Hidalgo); inclusive algunos se involucraron directamente en la tropa zapatista alcanzando grados militares como fueron Julián Suárez, Pablo Linares, Macedonio Roldán, Pedro Meza Ramos y Timoteo Villanueva. Pablo Linares fue originario del barrio de Xochitepetl y murió traicionado por los carrancistas. A su muerte, su hermano Pantaleón Linares efectuó el primer reparto de tierras, además fue el primer Comisario Ejidal de su pueblo natal[18].

Como vemos, San Antonio Tecómitl es un pueblo que fue fundado en la época prehispánica, por lo que quienes integran la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra (Corett) se contradicen cuando afirman que todo el poblado es ejido.

Se ratifica a Tecómitl como pueblo originario

En un documento elaborado por la Comisión Nacional Agraria fechado el dos de julio de 1924 que le giran al vocal secretario general, se lee lo siguiente: «En contestación a su atento telegrama fechado el primero de los corrientes, le manifiesto por acuerdo del C. Gobernador, que según se desprende de las constancias que obran en los archivos de la Sección que gira el presente, el poblado denominado San Antonio Tecómitl perteneciente a la Municipalidad de Milpa Alta de este Distrito, tiene la categoría de Pueblo»[19].

Al respecto, el 13 de septiembre de ese mismo año, el director del Registro Público de la Propiedad del Distrito Federal responde lo siguiente:

«Para que esa Dirección (…) se sirva dar cumplimiento al quinto resolutivo del fallo presidencial dictado en el expediente de dotación de tierras, concedida a los vecinos del pueblo de Tecómitl, Municipalidad de Milpa Alta, del DF, adjunto tengo el honor de remitirle copia autorizada del mismo»[20].

Ante tales hechos, el martes siete de octubre de 1924 aparece en el Diario Oficial de la Federación la resolución de dotación de ejidos promovidos por vecinos de Tecómitl con los siguientes puntos:

«Resultado Primero.- Que con fecha 19 de agosto de 1922. Los vecinos del mencionado pueblo solicitaron del C. Gobernador del Distrito Federal, se les dotara de tierras por ser agricultores y carecer de las necesarias con que satisfacer sus necesidades, de acuerdo con lo preceptuado por la Ley del 6 de enero de 1915».

«Resultado Segundo.- Que turnada la solicitud a la Comisión Local para la tramitación respectiva, durante ella se comprobó que Tecómitl tiene la categoría política de pueblo, según la certificación del citado Gobernador, de acuerdo con la Ley de División Territorial, cuenta con 407 individuos con derecho a dotación, los cuales poseen una superficie de terreno de 812 Hs. 24 As. 69 Cs., de las que 270 Hs. 74 As. 68 Cs., son de temporal, y 541 Hs. 49 As. 38 Cs., de cerril, y en las que se cultiva el maíz, frijol, tomate, chile y frutales en corta escala».

Más adelante, en el considerando primero, establece que: «el artículo 3° de la Ley de Enero de 1915 concede a todos los centros de población agrícola, genéricamente llamados pueblos que carezcan de tierras o no las tengan en cantidad suficiente para satisfacer sus necesidades con que formar su ejido; y a ‘Tecómitl’ se le reconoce la categoría política de pueblo, comprendido en la fracción VI del artículo 27 Constitucional».

Cabe señalar que la dotación de tierras fue en base a la resolución presidencial del 28 de agosto de 1924 que se dio de la siguiente manera: «Es de dotarse y se dota al pueblo de Tecómitl, de la municipalidad de Milpa Alta, del DF, con la superficie de mil noventa y seis hectáreas de tierra, que formaron con la extensión de 812 hectáreas de que el pueblo está en posesión y 284 que se tomaron de la Hacienda de Santa Fe Tetelco con todas sus acciones, usos, costumbres y servidumbre, y que se repartieron entre los 313 individuos que arroja el Censo Agrario, procurando al localizarse la superficie que se dota, no afectar toda la extensión de temporal que tiene dicha hacienda»[21].

Cabe4 señalar que además del ejido «del monte», años más tarde los habitantes cuentan con los «Ejidos de la Ampliación», que se localizan rumbo a Xico, Municipalidad de Chalco, estado de México.

Esta dotación de tierras les fue concedida, como se ve en un acta elaborada el 25 de septiembre de 1936, en la que se establece que los campesinos se reunieron en el centro de la población con diversas autoridades: el oficial de la Comisión Agraria Mixta, el representante y el jefe de zona del Departamento Agrario (todos del DF), los miembros del Comisariado Ejidal y los vecinos del poblado quienes dan fe de la dotación.

«Los vecinos del poblado de San Antonio Tecómitl que al final se expresan, con el objeto de proceder a dar cumplimiento a la Resolución Presidencial de fecha primero de julio de mil novecientos treinta y seis que en sus puntos Resolutivos dice: Primero.- Es procedencia la ampliación de ejidos solicitada por los vecinos del poblado de San Antonio Tecómitl, delegación Milpa Alta, Distrito Federal.- Segundo.- Se confirma el fallo con fecha 20 de marzo de 1936 dictó en este asunto, el C. Jefe del Departamento del Distrito Federal.- Tercero.- Se dota por concepto de ampliación a los citados vecinos de San Antonio Tecómitl con una superficie total de 179-80 Hs, ciento cetenta (sic) y nueve hectáreas, ochenta áreas de temporal que le tomaran a la hacienda de Xico y anexas, propiedad de la Compañía Nacional de Inversiones, SA.- La anterior superficie pasará a poder del poblado beneficiado con todos sus usos, accesiones, costumbres y servidumbre, localizándose de acuerdo con el plano aprobado por el Departamento Agrario».

«Séptimo.- La presente resolución debe considerarse como título comunal para el efecto de amparar y defender la extensión total de los terrenos que la misma comprende a favor del poblado beneficiado, cuyos vecinos quedan obligados a conservar, restaurar y propagar los bosques y arbolados que contengan dichos terrenos, sujetándose para ello así como para su explotación forestal las disposiciones legales respectivas…»[22]

Al final del documento aparecen las firmas de las autoridades del registro Agrario nacional y del pueblo: el presidente del Comisariado Ejidal, Guadalupe Ramos; el secretario del Comisariado, Antonio Vera; el tesorero del Comisariado, Lucio Alva, y otras más como David Alva, Manuel Ramos, Bruno Blancas, Primitivo Reyes, Andrés Meza y Manuel García. ♦

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Pie de foto principal: Vestigios de la troje en la zona ejidal de Tecómitl que perteneció a la Hacienda de Santa Fe de los Ahuehuetes. Actualmente el granero se encuentra totalmente restaurado, gracias a la organización de los ejidatarios


[1] Estas tribus fueron las que después poblaron los barrios de San Mateo, Santa Martha, Santa Cruz, Los Ángeles o Villa Milpa Alta, y los pueblos de Tecómitl, San Juan Ixtayopan y Tulyehualco. Biblioteca de Historiadores Mexicanos. Vargas Rea, México, 1953. Datos tomados as su vez del Archivo General de la Nación. El texto original se encuentra en la Universidad de Texas.

[2] Ciudad Real, Antonio, México, 1993.

[3] El 13 de junio se celebró la primera misa cantada en Texcoco por los 12 frailes franciscanos, con fray Martín de Valencia al frente del grupo. Escalante Plancarte, Salvador. Párroco de Amecameca, México, 1945.

[4] Cortázar, Jesús A. México, 1982.

[5] Ibídem, pp. 17 y 18.

[6] Ibídem, p. 19.

[7] Ibídem, p. 19.

[8] Porfirio Díaz estuvo en el poder por más de 30 años con algunos períodos ocupados por otras figuras; llega al poder el 23 de noviembre de 1876 al 11 de diciembre de ese mismo año. Del 28 de octubre de 1876 a 1877 lo sustituye José María Iglesias. Nuevamente Díaz llega a la presidencia el 18 de febrero de 1877, prolongándose hasta el 30 de noviembre de 1880. Nuevamente es relevado por Manuel González del 1 de julio de 1880 al 30 de noviembre de 1884, y finalmente termina Díaz del 1 de diciembre al 25 de mayo de 1911. El 20 de noviembre se considera como la fecha en que estalla el movimiento revolucionario con Madero al frente.

[9] Primera Ley Agraria del Constitucionalismo del 6 de enero de 1915.

[10] Ibídem, pp. 31 y 32.

[11] «En marcha, la reforma que necesita el campo mexicano». Presidencia de la República.

[12] Horcasitas, Fernando. México, 2000.

[13] Gutelman, Michel. México, 1979, p. 63

[14] San Mateo Xalpan, delegación Xochimilco.

[15] López González, Valentín.

[16] Ibídem, p. 5.

[17] Ibídem, p. 5.

[18] Historias de mi pueblo. México, 1992.

[19] Telegrama del Gobierno del DF, Departamento de Gobernación. Núm. 839, folio Núm. 59.

[20] En el documento aparece marcado a la izquierda el sello con un águila que a su alrededor dice: «Poder Ejecutivo Federal México». Comisión Nacional Agraria. El número de oficio está legible, pero aparece el número de folio 67.

[21] Estos datos aparecen en documento de la Representación Regional número tres con la clave XXVI-220/119, con fecha del 11 de abril de 1996, folio Núm. 4834.

[22] El encabezado del documento dice: «Acta de posesión y deslinde relativa a la ampliación definitiva de ejidos al poblado de San Antonio Tecómitl, delegación Milpa Alta, DF». Aparecen los sellos del Registro Agrario Nacional.

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Profesor Manuel Garcés Jiménez

Manuel Garcés Jiménez. Nativo de San Antonio Tecómitl, fundador y presidente del Consejo de la Crónica de Milpa Alta de 2002 a la fecha, ha sido vicepresidente de la Asociación de Cronistas de la Ciudad de México durante dos períodos, participando en cinco libros: Memorias, 5a Reunión NacionalLa Ciudad de México y la Revolución en 1914Tlacuilos (crónicas sobre los barrios del Distrito Federal), Lo que en el corazón está, en la boca sale (crónicas acerca del patrimonio intangible de la Ciudad de México), y 690 años de la Ciudad de México (memoria del Primer Congreso de Crónica).

Fue nombrado Custodio Voluntario del Patrimonio; en 1992 obtuvo el primer lugar (por Tecómitl) en el concurso Historias de mi Pueblo, coordinado por el Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México (CEHAM). Colaborador en periódicos como ExcélsiorEl Sol de México y El Azotador; y en revistas como NosotrosRescate EcológicoXochimilco Ayer y Hoy y Crisol Mágico. Es autor de los libros Conoce la historia de México I, y El zapatismo en Milpa Alta, del Chichinautzin al Zócalo. Ha dictado varias conferencias en distintas delegaciones de la Ciudad de México.

Portada del número 131 de la Revista Nosotros correspondiente a febrero de 2009

1 Comentario en Tecómitl, historia de un ejido en peligro de extinción

  1. Avatar de Desconocido Manuel Toledo Solares // 12 octubre, 2023 en 6:51 pm // Responder

    Muy interesante la historia en el reparto de las tierras.

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