La importancia de las bibliotecas y bibliotecarios
Por Efrén Camacho Campos
Como es sabido, los seres humanos somos animales de costumbres y, agregaría yo, cuando nos encontramos retirados de lo que se denomina como el trabajo formal, lo somos aún más. Estoy cierto que muchos de los lectores de la Revista Nosotros coincidirán conmigo en algunas de esas rutinas diarias, como es el poner la cafetera, revisar el WhatsApp, el Facebook, el YouTube, o alguna otra red social y seguramente se asombrarán que todos los días se celebra algo; desde luego, muchas de estas celebraciones, a mi parecer, totalmente intrascendentes, triviales, pero a veces algunas no se conocen y que por considerar que son garbanzos de a libra, vale la pena difundir.
Simplemente en este mes de octubre, donde ya está a plenitud la campaña publicitaria sobre el mentado Halloween, soslayando un poco el Día de Muertos, encontré que se recuerdan los siguientes eventos: la Matanza de Tlatelolco (con más de 400 estudiantes muertos), el Día Mundial de los Animales, la llegada de los españoles al continente americano, el Día Mundial de la Alimentación, el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, la Lucha contra el Cáncer de Mama, la creación de la Organización de las Naciones Unidas, sobre el patrimonio audiovisual, el Día Mundial de la Animación, o el de San Judas Tadeo, entre otros.
Sin embargo, dos de ellos me llamaron poderosamente la atención. Uno, trivial y/o banal, como lo es el Día Mundial de la Suegra, y no porque las suegras no sean importantes, sino más bien porque tal razonamiento en contra es motivado por tanta comercialización en la que nos vemos envueltos en la actualidad, vía la explotación de los sentimientos. Y, el otro, por lo contrario, de una importancia capital, el Día Internacional de las Bibliotecas, mismo que se celebra cada 24 de octubre, a efecto de «resaltar la importancia que tiene este tipo de edificaciones para la historia humana como resguardo de su cultura, de sus escritos, de sus creencias». Día Internacional de las Bibliotecas.
El tema en sí es apasionante, tiene que verse desde diferentes variables, la principal se destaca ya, resguardar el conocimiento humano, pero también por la función social que cumplen las bibliotecas y los bibliotecarios. Las primeras porque son un auxiliar valioso de la educación; los segundos, los bibliotecarios, porque conocen y manejan diversas fuentes de información, las cuales consultan para obtener datos duros para atender las necesidades informativas, de investigación, educación y recreativas de sus usuarios.
En una lectura ya añeja, el futurista Alvin Toffler(La Tercera Ola), asevera que la civilización ahora está pasando hacia una etapa en la que la información significa poder y que esta información es una herramienta básica para el desarrollo de cualquier proyecto o investigación; al mismo tiempo ha cobrado un auge significativo con el paso de los años.
En esto último, creo que todos estamos de acuerdo, a tal grado que se puede concluir que somos producto de la información que poseemos, y esto no se refiere exclusivamente a nuestro propio ADN e, inclusive, se concluye que el mencionado poder, radica en el uso que hacemos de dicha información.
Cuando el conocimiento tangible (libros, revistas, etcétera) que tenemos en nuestros libreros en casa, no es en excesiva cantidad, solamente nos basta recordar dónde dejamos el libro o la revista que necesitamos, para recuperar rápidamente el tema que se quiere consultar. Pero cuando la información (materiales bibliohemerográficos) es enorme, la memoria ya no nos ayuda mucho.
La edificación de bibliotecas es ancestral, pero también el desarrollo de sistemas de catalogación y clasificación, necesarios para elaborar las fichas catalográficas que se encuentran en los ficheros de las bibliotecas, mediante las cuales podemos recuperar temas específicos del conocimiento.
La actual explosión bibliohemerográfica, hace imposible que los estudiantes, especialistas o científicos de cualquier disciplina, puedan leer todo lo que se produce en el mundo sobre su área, por lo que las bibliotecas y los bibliotecarios son de una valía incalculable para, precisamente con el desarrollo de sistemas de almacenamiento y de recuperación de información, los personajes antes señalados estén convenientemente informados sobre las disciplinas que interesan a sus trabajos, más aún para el científico o profesional, quienes ya en la práctica realizan actividades de investigación y desarrollo de proyectos.
Queda claro que todas las instituciones de educación, en todos sus niveles, poseen una biblioteca. Las instituciones de educación superior, como en el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México, tienen establecida una red de bibliotecas (139 en la UNAM), las cuales de acuerdo a la página oficial de la máxima casa de estudios, cuentan con un «acervo total de 3’297,966 títulos y 7’553,687 volúmenes de libros impresos».
Es cierto que con el desarrollo de las tecnologías de información, los hábitos para consultar y recuperar datos duros se han modificado drásticamente, incluso se ha reflexionado si el libro impreso está en proceso de desaparición; sin embargo, a pesar de todos los pronósticos cuasi apocalípticos acerca de sí los materiales impresos permanecerán vigentes, es reconfortante constatar cómo aún las bibliotecas públicas y las de instituciones de educación superior siguen siendo visitadas por estudiantes de todos los niveles, quienes prefieren cascarear las páginas de libros y de publicaciones periódicas, para obtener la información necesaria para continuar con su desarrollo profesional.
Finalmente, para los padres que están pensando en la formación de sus hijos y en la carrera profesional en la que puedan desarrollarse, la Licenciatura en Bibliotecología y Estudios de la Información, es una opción formidable. En la UNAM se imparte en la Facultad de Filosofía y Letras (8 semestres). Asimismo, en la Escuela Nacional de Bibliotecología y Archivonomía, adscrita al Instituto Politécnico Nacional, pueden estudiar la Licenciatura en Biblioteconomía.
¡Larga vida a los libros! Hasta la próxima. ♦

Excelente artículo. Gracias
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