¡Temporada de romeritos! De Tláhuac para la Ciudad de México

• Son «generosos y nobles», dice quien a sus 58 años aprendió a preparar la tierra para mantenerla productiva

Los tradicionales romeritos, con todas las variedades con que suelen ser preparados durante la temporada de cuaresma, son herencia cultural del México prehispánico y una actividad económica que destaca el rol esencial de las mujeres en el ámbito rural por su participación activa, desde el cultivo hasta la comercialización y los emprendimientos gastronómicos.

Pero también, los romeritos son un pilar de empoderamiento y motor para el desarrollo económico de las comunidades.

Este año para las festividades de la Semana Mayor, 145 familias de la Alcaldía Tláhuac tienen listas 1,200 toneladas de este quelite, con un valor de producción de 5.6 millones de pesos. De estas familias, 43 son lideradas por mujeres, quienes juegan un papel crucial en la preservación de la cultura chinampera y en la promoción de la igualdad de género en el campo.

Lilia Martínez, campesina y productora

En el corazón de Tláhuac, la señora Lilia Martínez, de 58 años de edad, dice ser orgullosa productora de alrededor de media tonelada de romeritos, un quelite que ya tiene destino seguro en la Central de Abasto de la Ciudad de México. «La cosecha es el sustento de mi familia, de lo que produzco, dependemos más de tres personas», comenta.

Para eso cuenta con el apoyo incondicional de su esposo, su hijo y un sobrino.

La señora Lilia Martínez dice que los romeritos son el sustento de su familia

La historia de doña Lilia en el campo comenzó al lado de su esposo, quien inicialmente sembraba maíz. Sin embargo, los robos frecuentes hicieron que cultivar maíz dejara de ser rentable. A partir de ese momento, Lilia decidió aprender todo sobre cómo trabajar la tierra. «Fui viendo cómo había que preparar la tierra y mantenerla sana y productiva», dijo.

Si bien la producción de romeritos se centra en San Andrés Mixquic, también florece en los ejidos El Llano, de San Nicolás Tetelco, y El Llano de San Juan Ixtayopan; además del de Santiago Tulyehualco. Todas ellas son comunidades custodias de la cultura chinampera reconocida por la Unesco y la FAO, cuyos productores ofrecen sus romeritos directamente en la Central de Abastos de la Ciudad de México.

Hay que visibilizar la situación de la mujer rural en México

Apenas en 2023, en dicha Central se les otorgó un lugar fijo y permanente para que pudieran vender su producto; además de hacerlo en mercados populares y caravanas de productores, lo que les asegura mayores ganancias debido a que eliminan a los intermediarios.

Las 1,123 toneladas de romeritos son ofertadas a precios que van de entre 20 a 120 pesos por kilo, dependiendo del tamaño y de la calidad del quelite. Como la Ciudad de México es la mayor productora de romeritos del país, hay la seguridad de que, sin importar el lugar donde éstos se compren, su origen es de Tláhuac.

Historia de los romeritos en la cocina

Los romeritos tienen una rica historia que se remonta a la época prehispánica, cuando los pueblos lacustres los consumían preparados con ahuautles –huevecillos de mosco acuático–, de sabor salado. Esta tradición culinaria se ha preservado hasta la actualidad, adaptándose en la receta moderna con tortitas de camarón.

Un millón de mujeres se dedican a labores agrícolas en la Ciudad de México: Inmujeres

La costumbre de degustar romeritos en Semana Santa comenzó en la época colonial, cuando las monjas de los conventos retomaron este platillo al no requerir de carne para su guiso y, además, ser muy económico debido a que se preparaba con los ingredientes de la región, como papas, nopales y mole, por lo que también es conocido como «revoltijo».

Un millón de mujeres trabaja en el campo

En el contexto del Día Internacional de la Mujer, es crucial visibilizar la situación de la mujer rural en México donde, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de las Mujeres, aproximadamente un millón de ellas se dedican a la agricultura, la ganadería, la pesca y a la actividad forestal, por lo que producen más del 50% de los alimentos que se consumen en la Ciudad de México.

Si son romeritos, son de Tláhuac

Pero también, las mujeres del ámbito rural constituyen el 42% de la población que trabaja en el Suelo de Conservación, motivo por el cual cerca de 4,500 se identifican como productoras o campesinas a fin de solicitar apoyo de recursos públicos.

Los romeritos son «generosos y nobles»

Para doña Lilia, la propiedad de su tierra sólo pudo llegar tras el fallecimiento de su padre hace 20 años, por lo que a partir de entonces se aventuró al cultivo de romeritos porque, como bien dice y su dicho lo acompaña de una sonrisa, «son generosos, crecen bien y son nobles. No sólo es venta, también los consumimos nosotros, los cocinamos». Y aprovecha el medio para dar un consejo a las mujeres que quieran trabajar en el campo: «La tierra es noble, siempre da, y nosotras como mujeres sabemos trabajarla muy bien».

La mujer rural en México

El 17.7% de las mujeres rurales son hablantes de lengua indígena, por lo que mantienen vivas las prácticas agrícolas tradicionales y los saberes ancestrales como la chinampa. A excepción de la Ciudad de México, en nuestro país el acceso a la tenencia de la tierra sigue siendo un gran obstáculo que limita su acceso a apoyos públicos y su participación en la toma de decisiones. A pesar de los avances legales, desde los primeros códigos agrarios hasta las reformas constitucionales de 1992, la discriminación hacia la mujer continúa.

Las mujeres rurales fortalecen la economía local

Asimismo, el 56% de las mujeres rurales en México viven en condiciones de pobreza, representan 2 de cada 3 muertes maternas y tienen menos años de escolarización que las mujeres urbanas. Las mujeres rurales indígenas enfrentan desafíos aún mayores, como la violencia, el racismo y la exclusión. Por ello, al saborear los romeritos, no sólo disfrutas de un platillo, sino que también promueves el empoderamiento de la mujer rural en nuestra Ciudad.

Doña Lilia representa la fuerza y la pasión de las mujeres rurales, quienes con sus manos y su determinación, mantienen vivas las tradiciones y fortalecen la economía local. Su historia es un testimonio del empoderamiento femenino y del vínculo profundo entre la cultura y la agricultura en la Ciudad de México. ♦

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