La iglesia de San Pedro Tláhuac, el mayor monumento con historia

• Para 1792 se empieza de lleno con el mejoramiento del inmueble religioso

Por Baruc Martínez Díaz | Revista Nosotros Núm. 104 | Julio de 2007

Segunda y última parte

Más adelante se enfatizaba que la mayor parte de la madera y artesones del templo estaban muy podridos[16]. Ahora bien, al hacer referencia a las vigas, madera, tablazón y artesones, es más que obvio que se está hablando del antiguo templo de Tláhuac. Con lo anterior vemos que, aunque desde 1592 se tenía la intención de reedificar la iglesia de San Pedro, todavía en 1617 no se llevaba a cabo la pretensión. Por ello, líneas arriba, hemos declarado que su construcción es más que probable ya que la segunda mitad del siglo XVII, de hecho, muchos de sus elementos arquitectónicos son propios ya de la segunda mitad de la centuria mencionada o de los primeros años de la del X.VIII. Por ejemplo, las torres no se conocieron en el XVI y los detalles ornamentales de procedencia mudéjar son más bien elementos incorporados a la arquitectura novohispana por influencia del barroco, el cual procede del siglo XVIII.

Por último, en cuanto a la construcción de la iglesia, diremos que desde 1790 el bachiller Antonio del Castillo, cura de la parroquia de Tláhuac, y los habitantes de dicho pueblo, pidieron al intendente de México se les permitiese reparar el templo que, de nueva cuenta, se encontraba en pésimas condiciones. Para esta labor fue necesario el levantamiento de planos para ver qué era lo que requería la iglesia de San Pedro Tláhuac; en el Archivo General de la Nación de México se encuentran tres planos sobre esta cuestión y fueron elaborados por el arquitecto que llevó a cabo la reedificación: Ignacio Castera[17].

Retablo de la iglesia de San Pedro Tláhuac. Fotografía: Juan Ignacio Lanzagorta | Flickr

Ya para 1792 se empieza de lleno con el mejoramiento de este inmueble religioso y para tales fines los pueblos sujetos a Tláhuac aportan cierta cantidad de dinero; las poblaciones que contribuyeron a esto fueron: Santiago Tzapotitlan, San Francisco Tlaltenco, Santa Catarina Cuauhtli Itlacuayan, San Martín Xihco y la misma cabecera de San Pedro Tláhuac. Por los materiales que se requirieron, tezontle, cal, arena, ladrillos, piedra dura, entre otros[18], podemos concluir que ésta ya era la actual parroquia de nuestro pueblo.

Ahora bien, en cuanto a la arquitectura actual de nuestra parroquia hay que agregar algunas consideraciones: ésta conservó la estructura original que fue de tres naves, el retablo que hasta hoy ostenta es muy probablemente del siglo XVIII, pero ha sido alterado, la fachada principal y la de la llamada puerta de San Mateo, son en extremo sencillas y están elaboradas con piedra volcánica; éstas contrastan por su austeridad, con los muros exteriores que presentan figuras geométricas hechas de argamasa. La argamasa fue un material muy usado en las construcciones antiguas y que tiene una solidez que, inclusive, sobrepasa a la de nuestro actual concreto[19].

Las figuras de argamasa que recubren los muros exteriores de la parroquia de San Pedro Tláhuac proceden del siglo XVIII y son de estilo mudéjar, es decir, éstas tienen su origen en la arquitectura árabe que influenció a la española desde el siglo XIII y que, con la conquista, llegó hasta nuestras tierras. Esta influencia también es apreciable en una ventana que da del lado de San Mateo y que tiene la misma figura geométrica árabe. A estas formas, la gente de nuestro pueblo les ha llamado «ojos de buey».

Por su parte, la torre está hecha en cantera; la piedra era obtenida en los cerros aledaños, el tallado que presenta es más fino y su cúpula está adornada en la parte superior con mosaico vidriado de colores. Las campanas que en ella se encuentran son cuatro y fueron remodeladas por los hermanos Mauricio y Jorge Gaytán, del pueblo de Tlahualompa, Hidalgo. Éstas poseen un nombre que hace referencia a una advocación de la virgen María: María del Carmen, Asunción, María Guadalupe y la Mayor[20].

Arriba de la portada principal se encuentra una estrella de ocho picos, sello primordial de los dominicos, enmarcada en un triángulo que representa la presencia de la Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

El reloj que corona esta parroquia data del año de 1924 y fue donado por el Ejido de Tláhuac, en ese entonces los miembros del comisariado ejidal eran: don José Reyes Mendoza Orozco, presidente; Juan Calzada, secretario, y Francisco Rodríguez, tesorero. Aquí hay que recordar que el «tata» Reyes Mendoza, como le decían cariñosamente, fue el primer comisario ejidal del pueblo[21].

Con respecto al convento, debe recordarse que éste permaneció lleno de tierra y en muy malas condiciones, debido a las constantes inundaciones que azotaban a nuestro pueblo en ´4epocas pasadas; no fue sino hasta que el padre Antonio Valdés llegó a Tláhuac y convenció, después de muchos esfuerzos, a los tlahuacah para que sacaran la tierra y la restauraran. Aproximadamente por 1965[22] se empezó con esta labor y, con base en faenas dominicales, los nativos de este pueblo lograron rescatar al convento de las manos de la humedad.

Al llevar a cabo esta insigne labor fueron redescubiertas dos piezas arqueológicas que daban razón de las prácticas sagradas de los antiguos pobladores de estas tierras, a saber: dos aros del juego de pelota o, mejor dicho, de tlachtli. Estos fueron empotrados en dos muros que se colocaron en la iglesia y que es donde se localizan hasta la actualidad. Sin embargo, estas piezas históricas habían permanecido en la parroquia de Tláhuac desde hacía muchos años, sólo que con las inundaciones fueron sepultadas en el claustro bajo, lugar donde las encontraron en la segunda mitad del siglo XX.

La noticia más antiguas sobre estas joyas arqueológicas data del año de 1805, cuando Guillermo Dupaix, viajero francés, recorría por esos años el territorio mexicano en busca de «curiosidades» de los indios antiguos en los pueblos aledaños a la capital novohispana. En Tláhuac halló en el cementerio de la parroquia, lo que sería el atrio hoy en día, los dos aros:

«A la entrada del cementerio de la parroquia están tendidas en el suelo dos piedras circulares algo parecidas a la muela de molino, la una con su superficie labrada de relieve, y ambas con sus pies o bases para fijarlas en materia sólida, tierra ó pared; tienen en su centro un agujero redondo que pasa de una superficie á otra á manera de una muela de molino, y tienen una cuarta de diámetro. La calidad de la piedra es negruzca porosa, y volcánica; tienen de circuito cuatro varas cuatro dedos, y de diámetro una vara y algo, y de canto una media vara. Es reparable la figura grabada en las dos superficies ó planos, la que tiene mas de animal que de humano, ó por mejor decir puramente ideal»[23].

Lugareño de la época afuera de la iglesia de San Pedro a comienzos del siglo pasado. Fotografía tomada de la edición impresa de la Revista Nosotros

De esta manera sabemos que, por lo menos desde 1805, ya se encontraban estos dos aros en la parroquia de San Pedro; sin embargo, su lugar de procedencia nos es desconocido. Más tarde, en 1868, tenemos la segunda noticia sobre estas piezas arqueológicas y su localización en este inmueble religioso. Cuatro estudiosos mexicanos del siglo XIX, quienes hicieron una expedición por Tláhuac, comentaban:

«En el cementerio de la parroquia de Tláhuac existen dos grandes piedras cilíndricas, cuyo diámetro es de un metro, su altura es de treinta centímetros, y que tienen en el centro una horadación principal de diez y seis centímetros de diámetro. Tales piedras, que próximamente se traerán á la capital para depositarlas en el Museo Nacional, son dos curiosas antigüedades. Servían en otra época á los indios para su juego de pelota»[24].

No conocemos las razones por las cuales ya no se llevó a efecto la pretensión de trasladar estas preciadas piedras al Museo Nacional; poco después, quizás a finales del siglo XIX, fueron sepultadas en el claustro bajo y re-descubiertas hasta 1965, como ya hemos mencionado.

Uno de los aros de piedra destinados para el juego de pelota llamado tlachtli y que se encuentra en el atrio de la igflesia de San Pedro Tláhuac. Fotografía tomada de la edición impresa de la Revista Nosotros

Por otra parte, hay que agregar que por esos mismos años fue abierta nuevamente la puerta de San Mateo, pues permaneció cerrada durante mucho tiempo; también, vale la pena decir que se construyó una nueva puerta de madera y el diseño de la misma estuvo a cargo del ingeniero Javier Esteban Chavarría Martínez, originario de Tláhuac[25].

Los candiles que actualmente iluminan la iglesia fueron donados por varias personas de la comunidad que, en aquellos años, trabajan en la Fábrica de Industrias Metálicas, entre ellas se deben nombrar a Magdaleno Rivera, Arnulfo Ramírez, Lorenzo el «Cacomiztli», el señor Molina y Domingo Martínez Chavarría; fueron estrenados un 29 de junio de 1952[26].

En otro orden de ideas hay que mencionar que la barda que rodea al atrio de la iglesia y que responde a un modelo colonial, fue construida en el año de 1945 y estuvo a cargo del entonces delegado político del Departamento del Distrito Federal en Tláhuac: don Pedro Galicia[27].

De la misma forma, es menester señalar que a partir del 19 de febrero de 1932 la iglesia de Tláhuac es considerada como Monumento Histórico, y fue declarada como tal por el entonces subsecretario del Instituto Nacional de Antropología e Historia: Luis Padilla Nervo[28].

En materia propiamente religiosa podemos afirmar que el templo de San Pedro permaneció en manos de los dominicos hasta el 14 de noviembre de 1754 y el último cura dominico fue el bachiller don Joaquín Martínez de la Rosa[29]. A partir de entonces fue secularizada y el primer párroco que tuvo fue el bachiller fue don Domingo Francisco González de la Zarza. Este sacerdote y los posteriores deben atender a los pueblos sujetos de Tláhuac: San Martín Xihco, Santiago Tzapotitlan, San Francisco Tlaltenco y Santa Catarina Cuauhtli Itlacuayan; fue en la segunda mitad del pasado siglo cuando estas vicarías fueron erigidas parroquias[30].

Pues bien, por el momento hasta aquí llega nuestro recorrido histórico por la parroquia del pueblo de San Pedro Tláhuac. Deber nuestro es proteger y preservar este patrimonio arquitectónico que no sólo nos pertenece a los habitantes nativos tlahuacah, sino al mundo entero como construcción artística que refleja el espíritu creador del hombre. Mah cualli tonalli celiloz  inin tatlahtal, totlacuilol (Que en un buen día sea recibida, ésta, nuestra palabra, nuestra pintura). ♦

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* Baruc Martínez. Huexöcalco, Ticic tlaxilacalco, Tlahuac altepec. Desde la «casa de los huejotes», en el «barrio» de Ticic, en el pueblo de Tláhuac. 3 de marzo de 2007.

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Nota de la Redacción: Las fotografías que ilustran el presente estudio son propiedad de la nación y fueron proporcionadas por la Coordinadora Nacional de Monumentos Históricos, órgano perteneciente al Instituto Nacional de Antropología e Historia.

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Bibliografía:

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Fuentes orales:

Alan de la Rosa, Carmelita Osorno Galicia, Domingo Martínez Chavarría (q.e.p.d.), Javier Esteban Chavarría Martínez, Blandino Palacios Calzada.

Referencias:


[16] Ídem.

[17] Plano de la iglesia de la iglesia de San Pedro Tláhuac, Chalco, DF. Archivo General de la Nación, de Información Gráfica. Catálogo de ilustraciones, números 3131, 3132, 3133. Este documento procede, a su vez, del Ramo Templos y Conventos, Vol. 9, f. 15.

[18] Véase Carlos Mancilla Castañeda. Cronología histórica de San Francisco Tlaltenco y pueblos circunvecinos. Edición del autor, pp. 153-171.

[19] Información proporcionada por el químico fármaco-biólogo Alan de la Rosa, nativo de San Pedro Tláhuac (2004).

[20] Roberto Velázquez Rioja. La campana, la madre de los sonidos. Versión estenográfica. México.

[21] Información proporcionada por mi abuelo don Domingo Martínez Chavarría (q.e.p.d.), campesino nativo de San Pedro Tláhuac (2004).

[22] Op. Cit., Josefina García Quintana, p. 15.

[23] Guillermo Dupaix. Atlas de las antigüedades mexicanas, halladas en el curso de los tres viajes de la Real Expedición de antigüedades de la Nueva España, emprendidos en 1805, 1806 y 1807. San Ángel Ediciones, pp. 132-133. Hemos conservado la misma ortografía.

[24] «Memoria que acerca de la exploración de las lomas de San Juan Ixtayopan en la municipalidad de Tulyehualco, presentan los que suscriben al C. Lic. Ignacio Mariscal, Ministro de Justicia é Instrucción Pública», en Memoria que el Secretario de Estado y del despacho de Justicia e Instrucción Pública presenta al Congreso de la Unión en 15 de noviembre de 1869. Imprenta de Gobierno, p. 190. México, 1870. El subrayado es nuestro (en cursivas). Se ha conservado la misma ortografía.

[25] Información proporcionada por el ingeniero Javier Esteban Chavarría Martínez.

[26] Información proporcionada por mi abuelita doña Carmelita Osorno Galicia, nativa de San Pedro Tláhuac (2006).

[27] Información proporcionada por don Blandino Palacios Calzada, campesino nativo de San Pedro Tláhuac (2005).

[28] Arturo Zamudio Orozco. Cuitláhuac y la cuenca del valle de México, Tláhuac. Edición del autor, 103 pp., p. 94. México, 1979.

[29] Fortino Hipólito Vera. Itinerario parroquial del arzobispado de México y reseña histórica, geográfica y estadística de las parroquias del mismo arzobispado. Imprenta del Colegio Católico, 158 pp., p. 73 y p. 153, Amecameca, México, 1880.

[30] Marco Antonio Pérez Iturbe. «Síntesis histórica», en Berenice Bravo Rubio (Coord.). Inventario del archivo parroquial San Pedro Apóstol, Tláhuac, VIII Vicaría, Arzobispado de México, Xochimilco, Distrito Federal. Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, A.C., 11-13 p., p. 11, México, 2004.

Portada 104 de la Revista Nosotros correspondiente al mes de julio de 2007

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