Mamá salvaje… y en el camino nos vamos puliendo (El «Robot salvaje»)

• Roz, en la película «Robot salvaje», se enfrenta a las frustraciones, a la maternidad: lo demandante, el sacrificio incluso de su propio bienestar, enseñar a alguien más cosas que ella misma desconoce, además de las exigencias y recriminaciones

Por Larissa Calderón

En la coyuntura de lo que está pasando con la industria del cine y los premios Oscar que reconocen a las mejores películas del año y las 13 nominaciones al infame musical francés «Emilia Pérez» (Jaques Audiard, 2024), anotaré que es un filme del cual no tengo nada que decir, como tampoco de la mayoría de las películas nominadas, porque no cuento con las mil y un plataformas que hay que tener para ver películas nuevas, o no se han estrenado en México. Pero principalmente es porque desde hace siete años, cuando vamos al cine, nuestra principal elección son películas animadas o con clasificación «A» y «AA».

Sin embargo, estas clasificaciones no nos han dejado de dar experiencias filosóficas, intelectuales y emotivas. Así he llegado hasta historias como Mi amigo Robot (Pablo Berger, 2023), que mucho después de una serie de recomendaciones de adultos, fue de la mano de mi hijo de siete años quien me pidió verla juntos durante el mes que tuvimos libre en Prime Video de Amazon.

La película nos mantuvo al filo de nuestras emociones. La historia es una enorme metáfora de las relaciones, de la soledad y la necesidad de vincularse. De que a veces no podemos ayudar a alguien roto, por más que queramos. Nos angustiamos entre los sueños del robot, la espera del perro que lo ha tenido que dejar, hasta llegar a un final que decepcionó a un niño quien deseaba otro desenlace, pero a mí con la visión de adulta, me pareció apropiado e inspirador.

Mi amigo Robot estuvo nominada al Oscar para mejor película animada del 2023, perdiendo contra El niño y la garza (Hayao Miyazaki, 2023), la cual también vi con mi hijo cuando teníamos Netflix. Es una obra surrealista que nos muestra hasta dónde nos lleva la pérdida de una madre, sobre todo cuando se es niño o niña, y se sufre el duelo en soledad y silencio porque no hay adultos que contengan esas emociones. Entonces, se van, se desdoblan, se disocian, hasta que logran cerrar el ciclo y volver a sí mismos, pero nunca como lo que eran antes o lo que iban a ser. Esa persona desaparece para siempre, es un cambio que tendrán que adaptar a su vida. El niño y la garza lo demuestra, aunque su viaje fantástico mantiene la película más distante que la concreta Mi amigo Robot.

Nuestro hijo nos arrastró al cine para ver dos películas, la primera Robot salvaje (Chris Sanders, 2024), es una gran historia que nos plantea a una Robot de nombre Roz, quien tiene en su programación un fuerte sentido del deber, pero al caer en un bosque inhóspito, lleno de animales salvajes, se toma como tarea cuidar a un patito huérfano, porque ella mató a su madre accidentalmente. Roz se enfrenta a las frustraciones, a la maternidad: lo demandante, el sacrificio incluso de su propio bienestar, enseñar a alguien más cosas que ella misma desconoce, además de las exigencias y recriminaciones.

Roz en ese rol que asume, aprende y enseña a los demás animales a vincularse y cuidarse los unos a los otros. Nos deja una reflexión sobre que el instinto maternal no es lo único que se necesita para sobrellevar la crianza, sino un sentido de responsabilidad a prueba de todo. Porque una inicia como mamá salvaje y en el camino nos vamos puliendo.

Espero que Roz tenga más suerte que el Robot del año pasado y gane la terna a mejor película animada, aunque los Oscar ya no sean un referente confiable.

En ese tenor que explora la infancia y los cuidados, la segunda película a la que fuimos arrastrados a ver en el cine fue Las aventuras de Dog Man (Peter Hastings, 2025). La película inicia con la desgracia de un policía y su perro que sufren un accidente y se le trasplanta la cabeza del perro al cuerpo del policía. Aunque es un excelente policía, Dog Man pierde todo lo que tenía y no pertenece a ninguno de los dos mundos, ya no es humano, ni mascota.

En una subtrama, su peor enemigo es un gato llamado Pedro, que decide clonarse y como resultado da un gatito cachorro al que tiene que cuidar como un hijo. Pero, ¿cómo criar a alguien si el mismo fue abandonado por su padre y es un solitario? Entonces entra Dog Man como una red de apoyo para el padre confundido e inexperto. Con mucho sarcasmo, el filme nos hace ver la paternidad como vinculo que se construye con la convivencia y va más allá de las expectativas que tienen sobre los hijos a la imagen y semejanza del padre.  

Yo celebro el género de animación, sobre todo cuando nos dota a las y los adultos e infancias de historias para analizar, situaciones para reír, acción para emocionarnos y momentos para conmovernos. ♦

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