Lobos que cuidan corderos. Marcelino siguió los pasos de Marcial Maciel
Por Larissa Calderón
Uno de los nombres más influyentes de la literatura infantil es el del narrador y fabulista oral Esopo (Siglo VI a.C.). Su vida y muerte son un misterio, cuentan con varias versiones; la más difundida narra que Esopo fue un esclavo, quien cual Shereszade de Las mil y una noches, obtuvo su libertad gracias a su talento para inventar y narrar cuentos.
El historiador Heródoto documentó lo popular de sus fábulas en la Grecia Clásica. Aristóteles y Platón también lo mencionan. Pero sus narraciones cortas, directas y sencillas se difundieron en toda la sociedad, gracias a su lenguaje claro, y entre el público infantil por utilizar la prosopopeya, es decir, dotar a los animales de características humanas.
Esa manera de dar mensajes con el fin de enseñar valores elementales, prácticos y universales, ha llegado hasta nuestros días e influido en gran parte de la literatura escrita para niños y niñas. Un ejemplo de las fábulas de Esopo es El lobo con piel de oveja. Conocemos bien la frase. Trata de un lobo que disfrazado con la piel de una oveja que encontró, se infiltra en un rebaño para, desde dentro, por el descuido del perro y del pastor, comerse a las confiadas ovejitas.
Pero en la vida real hay lobos peores, hay lobos que se disfrazan de pastores, que usan sotanas y crucifijos, que se encargan de parroquias o trabajan en escuelas, ante el descuido o complicidad de la estructura que los sostiene.
Así llegó Marcelino «N» a un colegio de Madrid, según una nota de Daniel Somolinos y Daniel J. Ollero en elmundo.es, este hombre está acusado de agredir sexualmente a 5 niñas matriculadas en Highlands El Encinar.
Marcelino tiene una interesante historia, fue el secretario particular del sacerdote mexicano pederasta y estafador Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, orden católica que debió ser tratada como una organización criminal, pero Benedicto XVI en 2006 simplemente le dio un digno retiro a Marcial Maciel para orar en el soleado Jacksonville, Florida. Y quien lo acompañaría en los siguientes dos años, fue justamente Marcelino, porque Marcial Maciel murió en 2008, sin pagar por ninguno de sus abusos. Además, Marcelino fue el encargado de entregar la millonaria herencia de Marcial Maciel que se encontraba escondida en un paraíso fiscal de las Bahamas.
Dos años después, en 2010, Marcelino llegó a los colegios de La Legión de Cristo en Madrid, donde se denunciaron las agresiones sexuales a las niñas y por las cuales ahora se encuentra en un proceso judicial. Cuando se le cuestionó a la administración del colegio sobre la contratación de Marcelino, simplemente se escudaron en que no tenía antecedentes de conductas inapropiadas.
Pero Marcelino no es el único relacionado con Marcial Maciel, acusado de agresión sexual a niños, niñas y adolescentes. En México, en el Instituto Cumbres de Cancún, un colegio más de Los Legionarios de Cristo, cuando era director el padre Fernando Martínez, discípulo y víctima de Marcial Maciel, aprovechó su puesto para abusar sexualmente de varias estudiantes menores de edad. Entre ellas la denunciante Ana Lucía Salazar, quien, tras exponer públicamente en 2020 que fue embaucada y abusada por el director de su primaria de paga cuando ella tenía 8 años.
En respuesta, Ana Lucía recibió una carta de Fernando Martínez aceptando su crimen y disculpándose. Para descubrir después que era la misma carta que se había enviado a más de sus víctimas.
Fernando Martínez falleció impune en Italia, porque, a pesar de aceptar los abusos, estos delitos ya habían prescrito.
El daño de los crímenes de Marcial Maciel, ya lleva varias generaciones desde las décadas de 1980-1990, donde aparecieron los primeros denunciantes, en su mayoría seminaristas de la orden. Su herencia de terror continuó cobrando víctimas en diferentes naciones y los colegios de Los Legionarios de Cristo siguen llenándose de confiados corderitos. ♦
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