El complot estudiantil y campesino de 1913 en San Lucas Xochimanca
Por Esteban Gómez Belmont | Revista Nosotros, Núm. 38 | Mayo de 2001
Durante el desarrollo del movimiento armado de 1910, al sur de la Ciudad de México se suscitaron cinco hechos importantes entre los años de 1913-1914, 1919 y 1929, y son los siguientes: 1. El complot estudiantil y campesino contra el gobierno del usurpador y traidor Victoriano Huerta y su funesto gabinete, para derrocarlo, llevado a cabo en el pueblo de San Lucas Xochimanca, perteneciente al entonces Municipio de Xochimilco, el 23 de abril de 1913 (Paz Solórzano, 1986, II:126-127; Prieto Laurens, 1968: 11; R. Ross, 1997, III:655); 2. La ratificación del Plan de Ayala efectuado en el pueblo de San Pablo Oztotepec perteneciente al antiguo Municipio de Xochimilco (actualmente perteneciente a la delegación de Milpa Alta) el 19 de junio de 1914 (Córdova, 1985: 151 y 441-443; Historias de mi pueblo, Milpa Alta. Memoria histórica. 1992, II: 206-209; Magaña y Pérez Guerrero. 1951-1952, IV: 203-206 y Paz Solórzano. 1986, II: 85-89); 3. El Pacto de Xochimilco que marcó el encuentro entre los dos generales mejor identificados con las clases proletarias de aquel entonces, Emiliano Zapata Salazar y Francisco Villa, con el propósito de unir sus fuerzas contra el constitucionalismo efectuado en Xochimilco en la casa de don Manuel Fuentes Coria, ubicada en la Calle Hidalgo, y que era originario del pueblo de Santiago Tepalcatlalpan, el cuatro de diciembre de 1914.
Cabe hacer mención que este inmueble posteriormente pasaría a ser el Hotel Reforma, hoy desaparecido, para convertirse en despachos para oficina y zapatería en su planta baja, en la Avenida 16 de Septiembre. (Contreras, Jesús, 1976, II: 65-73; Cordero Espinosa. 1984: 60-71; Córdova, 1985: 153, nota número 22 y 158; nota número 37; Gilly, 1994: 172, 179-180, 186, 190, 194-195 y 203; González Ramírez, 1954: 113-122; Guzmán, 1968: 725-726; Krauze, 1987: 79-80; Nieto López, 1986: 135, 183 y 186; De Orellana, 1989: 8-18; Pacto de Xochimilco, 1978: 5-15; Paz Solórzano, 1986, II:150; Ulloa, 1979: 44-46,63,99, 130 y 164, y Womack, 1985: 216-218); 4. Las reformas al Plan de Ayala realizadas en Milpa Alta, llamado también Plan de Milpa Alta, el seis de agosto de 1919 (Contreras, Jesús, 1976, II: 334-336; González Ramírez, 1954: 90-92; Historias de mi pueblo… 1992, II: 226-228, y Plan de Milpa Alta, 1983: 4-5), y 5. Los vasconcelistas y la matanza de Topilejo, fue ordenada por el gobierno para escarmiento a los simpatizantes de José Vasconcelos, apresando a muchos de los que eran estudiantes y fusilando a medio centenar de estos y otros fueron ahorcados y sepultados en el mismo lugar, cerca del pueblo de Topilejo (Dulles, 1977: 446-447 y 644; Nieto López, 1986: 122; R. Ross, 1997, III: 1288, y Taracena, 1929-1930: 207-2011).
Mucho se ha hablado, escrito y comentado en libros, revistas, periódicos y folletos sobre estos cinco acontecimientos y de otros más, dentro de tales acontecimientos la participación más importante fue la del campesino y ésta sólo se conoció de manera deformada con informaciones periodísticas que eran manejadas por las autoridades imperantes que ostentaban el poder político.
En muchos de estos hechos revolucionarios hemos detectado a un sin número de personas que estuvieron involucradas desde su niñez, ya que vivieron de cerca estas etapas de revuelta, en donde algunos casos o hechos son deformados, pero que van exponiendo conforme van creciendo con una gran sinceridad que le dan a su narrativa que es veraz (a esto le llamamos huehuetlahtolli, palabra de los viejos). El testimonio de nuestros viejos muchas veces no lo corroboran los diferentes reportes periodísticos de la época de las acciones emprendidas por los habitantes de los pueblos de la montaña, ya que echaron mano a diferentes subterfugios (pretexto o excusa) para defender sus pertenencias y de su vida misma.
Y es en el pueblo de San Andrés Ahuayucan, donde tenemos la narrativa del señor Bonifacio Silva, quien durante su adolescencia vivió la gesta revolucionaria y es que por su edad y espíritu investigador, o curiosidad en esa época que conoció, ya que tuvo acceso a los campamentos zapatistas; nos narra también que su pueblo fue uno de los que más veces dieron asilo a las tropas del General Emiliano Zapata, por consiguiente, cuando algún pueblo caía en manos de los federales y carrancistas –gobierno– lo incendiaban como escarmiento.
Todos sabemos que en los pueblos, conformados en un 100 por ciento por campesinos, y a la vez los caciques les quitaban sus tierras a los campesinos que eran los legítimos dueños, el gobierno imperante siempre protegía al cacique, terrateniente y hacendado (latifundista), al ver tal acción por parte del mal gobierno estos eran orillados a que pasaran a formar parte de las tropas zapatistas; cuando algún pueblo era incendiado por las tropas federales, su población sufría tal afrenta de ver cómo el fuego iba extendiéndose rápidamente, por ser la mayor parte de sus viviendas –jacales– los cuales estaban construidos con zacate y paja.
También hemos sabido que dentro de la historia de nuestros pueblos se han visto involucradas otras personas que dan su propia narración de cómo actuaban los campesinos del pueblo de San Francisco Tlalnepantla, que al saber del avance de las tropas federales que venían incendiando pueblos enteros, recurrieron estos a sus creencias religiosas, por lo que temerosos de que quemarían su iglesia procedieron a vestir a su santo patrono San Francisco de Asís (escultura tallada en madera que data del siglo XVIII); de indito con su camisa y calzón largo de manta blanca le tocaron su cabeza en lo más alto del volcán Tzompole, por dos sencillas razones para que no fuera destruido si incendiaban su iglesia y para defenderlos, ya que observaba desde su atalaya (sitio elevado de observación) natural los valles y terrazas circundantes (Cordero Espinosa, 1984: IX-XI).
Don Buenaventura Flores Molina me narraba que durante la Revolución se suscitó un cañoneo desde la iglesia de San Andrés a la de San Mateo Xalpa, fue originario del pueblo de San Mateo Xalpa (su deceso ocurrió en el año de 1983); se incorporó a las filas federales (leva) a la edad de 15 años.
El llamado Complot de San Lucas Xochimanca fue iniciado por un grupo de estudiantes de la Escuela Nacional Preparatoria y campesinos, para apoyar la causa formada por el mártir de la democracia, Francisco I. Madero, y a la vez para mostrar su descontento y repudio al gobierno usurpador de Victoriano Huerta.
Durante abril de 1912 se efectuaron algunas reuniones en la Alameda Central de la Ciudad de México, a dichas reuniones acudían dos jóvenes estudiantes preparatorianos que se llamaban José Alberto Inclán Aguirre, originario del pueblo de San Lucas Xochimanca, perteneciente al Municipio de Xochimilco, y Jorge Prieto Laurens, originario de San Luis Potosí (Cordero Espinosa, 1984: 17-18). También tenían reuniones en la Casa del Estudiante, en el cuarto número 29 (Paz Solórzano 1986, II: 126), frente a la Plaza del Carmen de la Ciudad de México.
«De ahí salimos más tarde para dirigirnos a Palacio Nacional: Rafael Cal y Mayor, Ernesto Aguirre Colorado, José Alberto Inclán Aguirre, Jesús M. Garza, Aarón Sáenz, Alfonso Breceda, Enrique Estrada, durante la Decena Trágica del 9 al 19 de febrero de 1913, para ofrecerle nuestros servicios como soldados al Presidente Madero y combatir contra los infidentes (traidores) de la Ciudadela, pero tal petición fue rechazada por el idealista e iluso mandatario que a la vez nos amonestó diciéndonos que él confiaba en la lealtad y pericia del ejército federal; y que nosotros volviésemos a nuestros libros y a las aulas, puesto que nuestro deber era estudiar para prepararnos mejor y servir a la patria» (Prieto Laurens, 1968: 11).

Estos dos jóvenes inquietos y con ideas revolucionarias, invitaron a otros de sus compañeros a que se les unieran en un movimiento o levantamiento en armas. Así, este grupo también estuvo integrado por Salvador González, Ezequiel Ríos Landeros, Jesús M. López, Jacobo Gámez Treviño, que en ese entonces desempeñaba el cargo de Juez de Paz en Santa Julia, y algunos más (Cordero Espinosa, 1984: 18).
Al poco tiempo, el grupo lo conformaban jóvenes de la Escuela Nacional Preparatoria y campesinos, mas nunca por pretendientes a ingresar en la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan. Esa afirmación es desmentida por José Alberto Inclán Carrasco, quien fuera hijo de José Alberto Inclán Aguirre, y por el doctor Sergio Cordero Espinosa, quienes constituyeron una junta revolucionaria (La Tribuna, 1913: 24-IV). En total, eran 48 personas y no 39, como se ha dicho. Como jefe de la junta fue designado Inclán Aguirre (La Tribuna, 1913: 24-IV).
Este grupo estaba integrado por 18 estudiantes y 30 campesinos de los cuales solamente 23 eran originarios de San Lucas Xochimanca, el resto era de diferentes lugares (comentario de José Alberto Inclán Carrasco). Ninguno era militar, aunque el grado de militares sí lo obtuvieron con posterioridad al complot, como lo haré notar en la lista que viene al final del artículo.
Para poder comprar armas e imprimir propaganda, el grupo reunió la fabulosa cantidad de 80 pesos; ello sucede a fines de diciembre de 1912. La propaganda que lanzaron en dichos volantes estaba dirigida en contra del gabinete del Presidente Madero, integrado por Victoriano Huerta, Félix Díaz, Aureliano Blanquet, Manuel Mondragón (a quien el siempre irónico pueblo mexicano los llamó «los cuatro jinetes del Apocalipsis») y otros; mas no en contra de él. Empezaron en Santa Julia, Tacuba, Azcapotzalco y Xochimilco, donde repartieron los volantes. A los estudiantes Jacobo Gámez Treviño, Salvador González, Ezequiel Ríos Landeros y Jesús M. López les tocó repartir en los tres primeros y en Xochimilco le tocó a José Guadalupe Palma, hijo de Federico Palma (Cordero Espinosa, 1984: 18).

Pero cuando el Procurador General de la Nación tiene conocimiento de los hechos, manda al Prefecto de Xochimilco, de nombre Benito Sandoval (tío de Aureliano Urrutia Sandoval) a San Lucas, para que proceda a detener a los responsables, y tal acción se ejecuta el 23 de abril de 1913 (La Tribuna, 1913: 24-IV). Cuando se presentó el Prefecto en el poblado, no logró aprehender a todos ni los entregó a un pelotón de soldados, por ahí se divulga una versión opuesta que asegura lo contrario y la refutan Cordero Espinosa, Inclán Carrasco y Espiridión Colín, primo de Tomás Colín, y con base en periódicos de la época.
Cuando empezaba a caer la tarde, José Guadalupe Palma, Ríos Landeros, González, Gámez Treviño y M. López fueron apresados mientras se trasladaban en automóvil, procedentes de Xochimilco, ese mismo 23 de abril (Cordero Espinosa, 1984: 19), hasta un lugar que le llaman El Pozo –donde actualmente se encuentra una lechería, ubicada dentro de la localidad de San Lucas Xochimanca–; desde ahí se iban a trasladar a pie hasta el sitio en donde se reunían (plática de Inclán Carrasco). También corrieron la misma suerte Inclán Aguirre, Prieto Laurens, Arturo Zubieta y Gabriel P. Soto (Cordero Espinosa, 1984: 19), quienes fueron detenidos por la noche.
Al día siguiente, 24 de abril, fueron apresados Santiago Olivares, Efrén Ramírez, Federico Acevedo, Alberto Flores, Andrés Ibarra, José Velásquez (a quien también lo consideraban implicado en el complot) y Federico Palma (padre de José Guadalupe Palma Becerril), dueño de la casa donde se escondía el parque y las armas (El Imparcial, 1913: IV-25); la casa se encuentra ubicada en la calle Montemorelos; hoy en día su propietaria es la señora María Magdalena Palma Miranda, hija de Federico Palma.
Es importante mencionar que la reunión que se llevó a cabo en la casa de Federico Palma inicialmente iba a verificarse en la Capilla Franciscana, situada dentro de la propiedad de la familia Inclán (Jorge Prieto Laurens también hace mención de ese hecho en su libro Cincuenta años de política mexicana). Pero esta no pudo efectuarse ahí porque se opusieron los padres de Inclán Aguirre, de manera que se dirigieron a la casa de Federico Palma (esta afirmación es un testimonio de viva voz de José Alberto Inclán Carrasco, pues el hecho se lo contaron o platicaron sus padres y sus abuelos).
Además fueron hechos prisioneros los monteros o campesinos Perfecto Cortés y Gerardo Jiménez (La Tribuna, 1913: IV-25; El Imparcial, 1913: IV-26, y Revista de Revistas, 1913: 2-V-4). La persona que los traiciona y denuncia fue un montero o campesino llamado Ignacio R. Martínez (Paz Solórzano, 1986, II: 1926).
Lo hasta aquí narrado nos muestra que nunca fueron detenidos los 48 miembros del grupo, como se ha dicho, ni fusilado en el mismo lugar de los hechos (esto es certificado como falso por parte de Inclán Carrasco, María del Consuelo Colín Miranda, hija de María Magdalena Miranda de Colín, y Espiridión Colín, primo de Tomás Colín), sino que únicamente fueron aprehendidos 17 presuntos responsables.
De acuerdo con las primeras declaraciones de los acusados, durante su estancia en la Prefectura de Xochimilco, sitio al que fueron conducidos y ahí se comprobó que el jefe de la conspiración era el estudiante Jorge Prieto Laurens, junto con Federico Palma (afirmación de Inclán Carrasco), les son tomadas en la misma Prefectura.
Por otra parte, también consideraron como jefe principal de la conspiración al general Abraham Martínez, secretario particular del general Emiliano Zapata, puesto en libertad por estar amparado por la Ley de Amnistía (El Imparcial, 1913: 5-V-13-14 y 1-V-21(. De la Prefectura fueron trasladados a la penitenciaría de la Ciudad de México y no a la cárcel militar de Tlatelolco, como se ha manejado (desmienten Inclán Carrasco y Cordero Espinosa).
Fueron juzgados por el juez del Juzgado número 20, licenciado Torres, mientras que sus compañeros de la Escuela Nacional Preparatoria dan inicio a una serie de manifestaciones, con la finalidad de que les dieran garantías, ya que habían sido vejados y a uno de ellos le robaron su cartera la cual contenía la cantidad de 35 pesos, y cuatro más se quejaron de que les formaron el «cuadro», como si los fueran a fusilar. Por los estudiantes y campesinos, algunos apenas adolescentes, se despertó una corriente a su favor y se hizo presión moral para que se formara una comisión de diputados encabezada por el señor José María Lozano, quien pidió garantías por el grupo en general, y que se respetaran sus vidas (El Imparcial, 1913: I-IV-28)
Mientras tanto, los acusados fueron custodiados por un ayudante directo del presidente usurpador Huerta, y a su vez el licenciado Jacobo Ramos Treviño promovió ante las autoridades competentes el juicio de amparo, debido al temor que había de que fueran juzgados y luego fusilados (El Imparcial, 1913: I-IV-25).
Por esa época, cuando la Secretaría de Instrucción Pública tuvo conocimiento de lo ocurrido (para que no se presentaran actos de sedición entre los estudiantes) envió una circular a la Escuela Nacional Preparatoria para que se les prohibiera a los estudiantes que participaran en asuntos políticos.
Una vez que fueron deslindadas las responsabilidades correspondientes, de los 17 capturados sólo adquirieron su libertad los dos monteros, Perfecto Cortés y Gerardo Jiménez.
Días después de ese año trágico y sangriento, el juez segundo de distrito concedió la libertad condicional bajo fianza de 500 pesos a cada uno; durante el mes de mayo, al no poder los recién liberados cumplir con los requisitos que les fijara el juez, les fue girada orden de reaprehensión, pero en cuanto estos se enteraron se fueron a refugiar a los campamentos zapatistas enclavados en las sierras del Ajusco y del Chichinautzin (Cordero Espinosa, 1984: 21-22).

En honor a estos jóvenes revolucionarios se levantó, al lado sur de la casa donde se realizó su última reunión, un pequeño monumento, a iniciativa del licenciado Jorge Prieto Laurens, quien lo financió hace 35 años (1966); dicha afirmación fue hecha por Inclán Carrasco cuando era subdelegado en su pueblo San Lucas Xochimanca. Cabe hacer notar que solamente están inscritos 39 nombres sobre pequeños azulejos colocados en el monumento, ya que así los proporcionó el licenciado Prieto Laurens; los últimos nueve son agregados por el autor del presente artículo, los cuales fueron tomados de diferentes fuentes. Así lo hago notar al mencionar las citas bibliográficas y hemerográficas.
El texto y los nombres que se encuentran inscritos en el monumento son los siguientes:
«En esta casa se efectuó el complot estudiantil y campesino de San Lucas Xochimanca, contra el gobierno usurpador del presidente Victoriano Huerta, 23 de abril de 1913. Teniente Coronel José Alberto Inclán Aguirre (estudiante)*; Jorge Prieto Laurens (e); General Abraham Martínez (campesino y secretario particular de Emiliano Zapata); General Gabriel P. Soto (e); Coronel José Guadalupe Palma Becerril (c)*; Teniente Coronel Ezequiel Ríos Landeros (e); Capitán Primero Jacobo Gámez Treviño (e); Salvador González (e); General Rafael Cal y Mayor (e); General José Villanueva Garza (e); Teniente Jesús M. López (e); Joaquín Aguirre (c)*; Fabián García (c)*; Mayor Federico Palma (c)*; Capitán Arturo Zubieta (e); Mateo González (c)*; General Guillermo Gaona Salazar (c); Subteniente Alberto Flores (c); Julián Inclán (c)*; Perfecto Cortés (c)*; Gerardo Jiménez (c)*; Agustín Barrios Gómez, padre (e); Antonio Villalobos (e); Nicanor Huitrón (c)*; Coronel Tomás Colín (c); Capitán Ubaldo Inclán Aguirre (c)*; Capitán Primero Rafael Valderrama Becerril (c)*; Capitán Primero Eligio Meléndez (c)*; Gumersindo Martínez (c)*; Teniente Silverio Meléndez (c)*; Capitán Cipriano García (c)*; José Inclán García (c)*; Subteniente Florencio Becerril (c)*; Lucio Inclán (c)*; Teniente Rafael Palma Becerril, hijo (c)*; Emisario Gabriel Contreras (c)*; Capitán Primero Andrés Ibarra (c)*; Federico Acevedo (e); Capitán Primero Juan Peralta Díaz (e); Carlos Serralde (e); Santiago Olivares (c)*; Efrén Ramírez (c)*; Ernesto Aguirre Colorado (c)*; Jesús M. Garza (e); Aarón Sáenz (e); Alfonso Breceda (c); Enrique Estrada (e) y Luis Íñiguez (c).» ♦
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* Los nombres que tienen un asterisco eran originarios de San Lucas Xochimanca; el resto era de diferentes estados de la República.
Pie de fotografía superior: Plaza civica de San Lucas Xochimanca, tomada del Facebook Xochimilco de mis amores
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Agradecimientos
Mi agradecimiento especial al hijo de José Alberto Inclán Aguirre y Martha Carrasco de Inclán; José Alberto Inclán Carrasco (qepd) por la información que me proporcionaron. Al doctor Sergio Cordero Espinosa por haberme permitido sacar algunos datos de su trabajo y en general a las personas citadas en el texto; a los hermanos Raúl (qepd) y Dante Alfaro Valderrama, nietos del Capitán Primero Rafael Valderrama Becerril por haberme mostrado el acta de defunción de su abuelo.
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Referencias bibliográficas
Cordero Espinosa, Sergio. Xochimilco revolucionario. México, 1984.
Paz Solórzano, Octavio. Tres revolucionarios. Tres testimonios. Zapata. Bosa, Tomo II, México, 1986.
Prieto Laurens, Jorge. Cincuenta años de política mexicana. Editorial Mexicana de Periódicos, Libros y Revistas, México, 1968.
Ross, Stanley R. Apuntes de la historia contemporánea de México. Periódicos y Revistas (1959-1968), Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Tomo III (5 tomos). Los tomos I y II fueron editados por El Colegio de México en 1965 y 1967. UNAM, México, 1977.

Portada de la Revista Nosotros número 38, correspondiente al mes de mayo de 2001

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