Relatos. «La gente dice que son leyendas… yo digo que son verdades»

• «Memoria Viva. Crónica de Día de Muertos en Xochimilco», contiene 13 relatos producto del Taller de Crónica propuesto por la Comisión Editorial del Consejo para el Acceso, Conservación, Desarrollo y Fomento Cultural de la Alcaldía Xochimilco

Por Sergio Rojas

Con motivo del Día de Muertos Nayely Barrera Santiago y Ricardo Bautista Becerril compilaron una serie de relatos cortos de talleristas en un cuadernillo de 39 páginas al que titularon Crónicas de Día de Muertos en Xochimilco, con el fin de alentar la escritura de relatos que entrelazaran la memoria personal y la tradición, para brindar a los participantes la posibilidad de manifestar sus experiencias acerca de dicha celebración.

A decir de Nayely Barrera, a través de sus relatos los autores llevan al lector en un recorrido por momentos significativos y emotivos, transportándolo en tiempo y espacio a lugares y situaciones que nos identifican como comunidad, con el objetivo de mostrar las diferentes maneras de relacionarnos con la muerte.

Y es que en Xochimilco los muertos siguen vivos en la memoria y la memoria sigue viva en quienes la escriben, apunta en el prólogo quien también es presidenta del Consejo para el Acceso, Conservación, Desarrollo y Fomento Cultural de la Alcaldía Xochimilco.

De los 13 relatos destaca el escrito por Fer Roksas, «La gente dice que son leyendas… yo digo, que son verdades», en el que se refiere a la calavereada y la alumbrada en los panteones, en cuyo marco la gente recibe a sus fieles difuntos con ofrendas. Recepción a la que se suman obras de teatro con temática de espectros y fantasmas como la Llorona y el Nahual, entre muchos otros personajes míticos de la tradición. Sin faltar las tradicionales pláticas de espantos de los abuelos, «quizá leyendas o quizá verdades», apunta, porque así le sucedió a él.

El caso es que se refiere a la Casa Amaya, una de las más antiguas del Centro Histórico de Xochimilco y que perteneció al último cacique de la región, pero que más recientemente ha servido de sede al Archivo Histórico y Hemeroteca de la hoy alcaldía, y donde solíamos visitar al profesor José Farías Galindo hace un par de décadas, en su carácter de director de tan importante acervo.

Fer Roksas relata que fue el viernes 27 de junio de 2025 cuando acudió al lugar luego de ver una invitación en Facebook de la Casa del Arte para acudir a una sesión de leyendas de terror, la cual, como es de suponer, contó con casa llena, debido a que a la gente le encanta esa clase de tertulias plagadas de velas e incensarios, lo que según advirtió uno de los asistentes, «no es bueno, porque se abren portales».

La velada transcurrió a media luz y en medio de una atmósfera de misterio acicateada por la imaginación de los asistentes, y tras una veintena de relatos e, incluso, un recorrido por la lúgubre casona, ésta llegó a su fin, justo cuando quien ahí trabaja y fungió como guía del tour por la casona, refirió que gente que ahí labora ha sido testigo de apariciones de espectros fantasmales.

Fueron servidos los tamalitos y el café de olla para mitigar el frío y después, no faltó quién sonsacara a un grupo de amigos, entre los que se encontraba Fer, y enfilaron rumbo a un domicilio próximo donde continuaron con la plática de leyendas… Pero si ya de por sí había una carga de energía muy extraña en esa casa, donde la anfitriona recordó que su abuelita antes de morir le dijo que regresaría para visitarla, la acompañante de Fer, quien ya había visitado ese domicilio, no acababa de recordar la misteriosa sensación que experimentó cuando de pronto se escuchó un estruendo que a todos les puso los pelos de punta. Unos brincaron y otros gritaron, después se escuchó el crujir de un vidrio seguido del tintineo de una campanita tirada en el piso, lo que contrastó con el impresionante sonido que acababan de escuchar.

¿Qué fue?

Fue el vidrio de cristal templado de la mesa de centro de la sala lo que se había quebrado en pedazos, lo que puso a todos a rezar atropelladamente, de acuerdo con la narración de Fer, quien ni tardo ni perezoso dijo que tenía otro compromiso y se retiró de la misteriosa casa.

Días más tarde, Fer encontró a una persona que había estado en la segunda tertulia, quien a su vez al retirarse de la misma, lo hizo en un taxi de aplicación, y durante el trayecto a casa se puso a platicar con su hija de lo sucedido, el chofer no perdió detalle de los pormenores y en cuanto pudo intervino luego del consabido usted disculpe por entrometerse en la plática. Aseguró tener el don de detectar la energía de la gente, y que por esa virtud pudo ver que la hija denotaba que ella había sido quien llevó al espectro de la Casa del Arte hasta la de la nieta cuya abuelita le prometió en vida que cuando ya no estuviera regresaría a visitarla.

¿Qué sucedió entonces?

Que al encontrarse el espectro de la Casa Amaya con el ente que habitaba en el lugar de la segunda reunión, se suscitó un choque entre ánimas por adueñarse del lugar. De ahí que el vidrio se rompiera.

Esa vez Fer llegó a su casa a las tres de la mañana, pero antes vivió una serie de tribulaciones porque no encontraba la forma de caminar por el bosque de Nativitas y el canal que debía cruzar, pero se armó de valor y finalmente lo hizo, por eso el título de su relato, por aquello de que la gente dice que son leyendas, pero que para él no dejan de ser más que puras verdades.

El cuadernillo contiene relatos de Diana Cruz Mendoza, «Un chilacayote»; María Guadalupe Rosete Cornejo, «La visión del Xochimilco ante la muerte»; María Isabel Chávez Palma, «La muerte al pozo y el vivo al gozo!»; María Elena Rosales Ortega, «De la solemnidad al festejo; de no pisar tumbas, a brindar sobre ellas»; Jorge Enrique Sainz Montoya, «Día de Muertos en Santa Cruz Acalpixca, Xochimilco. ¿Tradición que tiende a morir?»; Iris Arnaid Oropeza Jiménez, «El acomodador de almas»; Marco Antonio Reyes Ramírez, «Muertes, scouts, danzantes y tradiciones cambiantes»; Jacqueline Cadena Cano, «Cuando la muerte te visita en Día de Muertos»; Yanira Adriana Botello Martínez, «No regresarás»; Brenda Yiseld Sánchez Gachúz; Liliana García, «Ofrenda al Tzompol: cuando el agua recuerda a los muertos», y María Azucena Vásquez Ramírez, «2044: Celebración del Día de Muertos en Xochimilco en un futuro no muy lejano». ♦

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