Relatos de la evolución humana en Museo de Tepexpan

Febrero 10, 2020.- Cuenta con réplicas de cráneos y la representación del lugar donde fueron encontrados restos del «hombre de Tepexpan»

La principal consecuencia de la evolución biológica ha sido la diversificación de la vida en numerosas especies. Pero no fue hasta que dio la reconciliación de la genética con la visión darwinista de la selección natural cuando comenzaron a explicarse los procesos evolutivos, en el cual la cultura ha tenido un papel importante.

En la exposición Huesos y moléculas. Relatos de la evolución humana, que se exhibe en el Museo de Tepexpan, se demuestra cómo los procesos culturales han tenido un efecto profundo y permanente en la evolución humana.

La muestra, está integrada por diversos paneles informativos, réplicas de seis cráneos, entre ellos los llamados precerámicos, y la representación de la cala arqueológica donde fueron encontrados los restos óseos del denominado «hombre de Tepexpan».

Dividida en los apartados: «Cómo los humanos hemos evolucionado», «Filogenia humana», «Relatos de la evolución», «Cómo la cultura ha moldeado a la biología» y «Mapa de migraciones y proceso adaptativos», el montaje destaca la importancia de la investigación de los huesos y las moléculas, los cuales proporcionan información para encontrar respuestas a preguntas sobre la relación del hombre con otras especies, cuándo y dónde vivieron los primeros grupos humanos y cómo se dispersaron por el mundo.

La exposición inicia con una secuencia cronológica asociada con el papel del ser humano en la naturaleza y cómo se relaciona con otras especies. Cómo la perspectiva evolutiva permite, con métodos científicos, saber cuál es nuestra posición en relación al resto de los seres. Con paneles sobre anatomía comparada y datos genéticos se explica la comparación de secuencia de ADN entre el chimpancé, el humano, el neandertal, el gorila y el orangután; evidencias que muestran las homologías y coincidencias entre éstos.

«Qué diferencia a los humanos de otras especies», es el tema que se aborda a continuación, con el análisis de una serie de características anatómicas, genéticas y, sobre todo, culturales (de comunicación y organización social) que definen al ser humano.

Prosigue el registro fósil, tarea centrada en la apreciación de las evidencias materiales como parte de los procesos de evolución. Caminar en dos pies, manos que permiten cierto tipo de habilidades, el mayor tamaño del cerebro, entre otras características anatómicas, en conjunto, también explican un cambio en la conducta, en la forma de modificar el medio y de adaptarse. «De estos rasgos, al que le damos más importancia es a nuestra capacidad para desarrollar la cultura, las cual nos permite modificar el medio y mejorar nuestras condiciones de vida».

La siguiente parte se refiere al origen de la especie humana, particularmente de los humanos anatómicamente modernos, cuyo origen —de acuerdo a evidencias anatómicas y genéticas— está en África, como lo sustentan los restos óseos encontrados en Marruecos, con una antigüedad de 300 mil años. «Si es que estos humanos vivieron en esa región, cómo es que llegaron a todo el mundo; recurrimos a datos que nos ofrece la prehistoria para entender los procesos de las migraciones humanas», refirió Víctor Acuña Alonzo, encargado del Laboratorio de Genética Molecular de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

El último apartado toca el poblamiento de América, un tema central del museo que acoge la exposición. Se analiza cómo llegaron los humanos al continente y qué características tenían, los cuales corresponden a cazadores-recolectores, es decir, aún no eran agricultores, y de los cuales se exhiben tres réplicas: el «hombre de Texcal» (de 7,800 años de antigüedad), el «hombre de Tepexpan» (4,700) y el «hombre de Chimalhuacán» (10,500).

Asimismo, se representa la forma en que fue encontrado el «hombre de Tepexpan», en 1947; incluye la estratigrafía, la cual fue uno de los primeros procedimientos geofísicos para encontrar restos óseos.

Por nuevos descubrimientos paradigmas cambian continuamente

A decir del director del Centro INAH mexiquense, Luis Antonio Huitrón, «es el preámbulo de un trabajo académico y museográfico importante, en lo referente al tema el poblamiento de América.

En tanto que Acuña Alonzo destacó que el discurso museográfico muestra una síntesis entre las evidencias aportadas por los paleoantropólogos para entender nuestra evolución, y cómo la genética —con el estudio del ADN— en las últimas décadas, ha brindado también información importante para construir los «relatos de la evolución humana».

Por su parte, Jorge Gómez Valdés, responsable del Laboratorio de Osteología de la ENAH, resaltó que los humanos, como cualquier otra especie, han acumulado cambios genéticos, comportamentales, a lo largo de procesos evolutivos de muy largo plazo, pero, a fechas recientes, la cultura es el principal detonador de ese cambio evolutivo.

«El estudio de la evolución humana es un conjunto de conocimientos en construcción permanente, siempre abierto a ideas e interpretaciones novedosas, a hallazgos recientes y a la aplicación de nuevos métodos científicos. Constantemente hay nuevos descubrimientos, los cuales hacen que los paradigmas cambien continuamente, y esos conocimientos se generan desde el ámbito de la biología molecular o desde la paleoantropología», concluyó el investigador quien, junto con su colega Acuña Alonzo, curó la muestra. Organizado por investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y alumnos de la ENAH, con apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el montaje se exhibe hasta finales de junio de 2020, en el Museo de Tepexpan, ubicado en Carretera México-Teotihuacán kilómetro 32, colonia Anáhuac, Acolman, estado de México. ♦

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